Rey Max Romero Condori - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

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En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

AUTORES

“COMERCIO POPULAR”: ESTUDIO DE CASO SOBRE EL NEGOCIO DE POLLERERÍA[1]
Rey Max Romero Condori[2]


El tema del denominado “comercio popular” surge como una retórica fuertemente enraizada en el análisis de la vida y en la conformación de los espacios urbanos en países del tercer mundo. Sin embargo, es en Latinoamérica donde este discurso adquiere cierta connotación reivindicativa ante los embates del modelo capitalista instaurado en los países del centro. Es un contra “deber ser” sobre lo que es comercio, hablando de este en el sentido “formal”, como una dinámica de reproducción del capital sujeta a las leyes del mercado o a la rendición de cuentas y aranceles tributarios dentro de un determinado estado-nación.

Lo que se verá a continuación es cómo llegan a articularse estos dos conceptos (comercio y economía popular), mediante un estudio de caso específico sobre el negocio de la “pollerería”. Particularmente, considero relevante dicha actividad comercial debido a todo lo que implica una forma de negocio que no solo se limita a la distribución (venta) del producto, sino a toda la dinámica de redes que se teje, desde la fase de producción especializada con contactos en fábricas asiáticas hasta el negocio en sí donde se sellan acuerdos por vínculos de compadrazgo, ayni o deuda dentro de las lógicas de vinculación aymara.

Comencemos por describir un poco dicho fenómeno: la producción y venta de la “pollera” se origina como resultado de una moda importada desde Europa, practicada por la elite cortesana y criolla del siglo XVIII; esta pasó a ser una prenda característica en la cotidianidad de la “chola” paceña y un elemento de expresión cultural folklórico en danzas como la “morenada” (Soruco, 2011). Podemos definir entonces la pollera como un elemento cultural que no puede ser entendido tan solo como una prenda de vestir. Este producto tiene un proceso de producción profesional basado en el taller y el oficio del artesano, que, sin embargo, ha ido cambiado de generación en generación, en razón a la evolución de su materia prima.

Concretamente, hablaremos del caso de la pollerería denominada “El Carmen”, negocio de tipo familiar, establecido aproximadamente en la década de los años setenta por sus propietarios: Florencio y Carmen, ambos originarios de la provincia Aroma del departamento de La Paz, específicamente de dos pequeñas comunidades: “Chijmuni” y “Calacoto”, cercanas al pueblo de Patacamaya. Este pueblo, ubicado precisamente sobre la carretera La Paz-Oruro, en el desvío a Charaña, frontera con Chile, goza de un carácter neurálgico para la región sur andina, expresada sobre todo en su alto flujo comercial y el establecimiento de ferias agrícolas, donde la familia Condori desarrolla su actividad comercial.

Llanque y Villca (2011), en su texto sobre los denominados “qamiris aymaras” de Sabaya (ciudad fronteriza) hacia la ciudad de Oruro y Medeiros, Rodríguez, Ferrufino y Tassi (2013), en su artículo “Institucionalidad y estrategias económicas del comercio popular”, nos dan efectivamente una idea de lo que representan estos espacios de concatenación de las áreas rurales, concretamente en el caso de Patacamaya, como una ciudad intermedia. Al ser áreas neurálgicas de la región andina, funcionan como un espacio para la creación de redes y capital social, debido a que es en esta región donde se entrelazan vínculos culturales de origen, los cuales se trasladan paralelamente al flujo migratorio, en este caso, a las ciudades de El Alto y La Paz: “Las redes y alianzas articulan diferentes ‘localidades’, se basan en una serie de recursos sociales y económicos que ya existen en el territorio y generan espacios sociales translocales” (ibid., 2013: 39).

En general, no es necesario que la gente viva en esa región; pero sí que tenga un vínculo constante y una presencia simbólica que mantenga un estatus social de respeto por su familia. Llanque y Villca (2011) mencionan la importancia de la formación de tres tipos de capitales (económico, simbólico y social) en la vida de los qamiris aymaras, lo cual es muy notorio en este caso.

En un principio, el negocio emprendió con la venta de polleras, pantalones y demás prendas de vestir que Florencio “agarraba” (adquiría) al por mayor de otros productores y revendía en su comunidad natal, Chijmuni. Una vez establecido el matrimonio con Carmen, la pareja se dedicó a la venta y producción exclusivamente de polleras en la feria grande de Patacamaya, donde acumularon bastante capital económico. Esta situación les permitió viajar a la ciudad de La Paz y establecerse en un barrio periférico sin dejar de participar en la feria de Patacamaya. Las causas de la migración se encuentran vinculadas a factores económicos característicos de la década de los años setenta, donde cae exponencialmente la oferta laboral en los sectores modernos de la economía (fabriles, empleados públicos y privados), y en el sector tradicional (comerciantes, artesanos) (Albó, Greaves y Sandoval, 1982).

Ante esta situación, la familia Condori ve una oportunidad de emprender en los crecientes mercados de la ciudad de La Paz; pero al no ser ni pioneros, ni contar con suficiente capital para competir con las importadoras de tela y los tenderos más antiguos del distrito de Max Paredes, deciden mantenerse como intermediarios en un mercado (la feria rural) que muchos dejaban y donde, por ende, disminuía la competencia. Nuevamente, ante los errores del Estado, la iniciativa popular supera los límites impuestos por una fallida estructura política; podríamos decir que es una variación dentro del concepto de globalización desde abajo como: “un (…) espacio en que las/os que históricamente han sido excluidos por los procesos de globalización desde arriba logran establecer una dinámica económica en sus propios términos” (Tassi, Medeiros, Rodríguez y Ferrufino, 2013: 39). El hecho de que esta familia nunca haya abandonado sus vínculos con el lugar de origen manteniendo su puesto en la feria de Patacamaya (a pesar de ya haber invertido en una casa y en una tienda en la ciudad de La Paz), determinó que puedan sobrevivir en un contexto de alta volatilidad económica.

La familia se ha dedicado al negocio de la “pollerería” por casi 40 años, transmitiendo la misma forma de producción y venta a sus cuatro hijos, quienes actualmente, y a pesar de gozar de independencia financiera, continúan colaborando con el puesto familiar, en el cual también invierten y perciben ganancias. Este tema de la independencia financiera es justamente un factor crucial en el éxito del negocio:

 

…existe una organización socioeconómica propia, fuertemente estructurada, que garantiza y genera espacios para que cada miembro de la familia desarrolle su propio “camino”, evitando así mecanismos verticales de autoridad y de excesiva dependencia de la potestad familiar (Medeiros, Rodríguez, Ferrufino y Tassi, 2013: 16).

 

Incluso se vale de créditos individuales justamente para sumar mayor capital dentro del negocio que internamente se halla dividido en espacios correspondientes para tres hijos y los padres, simulando así un solo negocio; parece un solo puesto, pero mantiene independencia productiva.

En términos generales, la dinámica que se juega alrededor del negocio de la “pollerería” es un proceso cíclico que se repite cada semana, empezando en la feria y siendo el día domingo el momento final e inicial de la labor productiva. Valga la aclaración que, por cuestiones técnicas del presente documento, no se indaga más sobre este tema (la feria); sin embargo, gran parte de la lógica vinculada a este concepto de globalización desde abajo funciona justamente en razón de las concepciones culturales marcadas por el qwatu. En esta se encuentran valores como la institucionalidad de la familia, los roles atribuidos a hombres y mujeres, el ayni y demás prácticas características de la mentalidad aymara, que se expresan en estos espacios de encuentro y diálogo intercultural (Yampara, Mamani y Calancha, 2007). 

Según los resultados de la venta de la feria, los lunes se comienza a elaborar la producción por etapas. La primera de ellas es el aprovisionamiento de materia prima. Ha existido una notable tendencia en la última década en cuanto a la innovación de los materiales y el origen de los mismos, según los encargos de obras individuales o por contrato. Los materiales se adquieren de diferentes proveedores, estos son importadores de tela o casas representantes ubicadas en las zonas Max Paredes y 16 de Julio. La tela, que según su calidad y textura (lino, gamuza, seda, piel de durazno, piel de sirena, bayeta, etc.), es adquirida considerando su origen en países como la India, Corea, Japón, China, Perú o Brasil, que ya tienen cierta fama en los productores locales respecto a su calidad; con ellos también se establecen vínculos de carácter clientelar, aunque en ciertos casos los importadores ajenos al contexto local han tenido que articularse siendo parte de los prestes, en este caso precisamente de la festividad del Apóstol Santiago, que se celebra cada 25 de julio en Chijmuni, el pueblo del padre de familia.

Incluso un negocio como la “pollerería”, que en gran medida se desarrolla con medios pre-industriales, llega a estar plenamente articulado al sistema capitalista global. De hecho, negocios de este tipo pueden ser seriamente afectados por la dinámica balanza comercial del país. Algunos de los episodios más ingratos relatados por la familia tienen que ver con crisis económicas, los efectos de la devaluación monetaria internacional y los problemas de bloqueos en la frontera por parte de sectores sociales bolivianos o, más recientemente, con la crisis de la aduana chilena. A la inversa, también las textileras extranjeras han puesto atención a la dinámica económica del país, siendo notable cómo empresas coreanas y sobre todo chinas llegan a producir materiales especialmente pensados para el mercado boliviano. Diseños con elementos nativos, o productos prefabricados nos hablan del fuerte peso que tiene la importación de ornamentos folklóricos y suministros culturales en el mercado internacional. Esto se encuentra bien representado por el peso de las importaciones en cuestión de productos textiles que para el primer semestre de 2017 significó la importación de 1.802 toneladas, con un valor de 24 millones de dólares (Ibañez, 2017). La clave está en aprovechar dicha dinámica situándose en el “centro virtuoso de la economía” a fin de que, a partir del capital simbólico y social obtenido, se pueda interpretar el perfil y las necesidades de la nueva demanda, para traducirse en capital económico (Tassi, Medeiros, Rodríguez y Ferrufino, 2013).

El proceso de producción transita desde el taller familiar, donde se confeccionan los moldes a máquina y después se trasladan a los operarios que devuelven los productos terminados a mano a la propietaria, quien les paga aproximadamente un 20% del valor total de cada obra por trabajo realizado (30 bolivianos). Al devolver las obras, se dan los retoques finales y se envía el producto terminado a la feria, donde es ofertado generalmente por la mujer cónyuge y de forma escasa por los varones que solo se limitan a transportar los bultos pesados. Yampara, Mamani y Calancha (2007) le llaman a este fenómeno “la armonía del jaqi”, que en términos simples puede ser entendido más como una división sexual del trabajo dentro de la empresa familiar, aunque evidentemente se debe reconocer el papel esencial de la mujer como creadora de la riqueza “pachamama”. De esta manera, el ciclo se repite en la feria de Patacamaya, donde, en este caso, son los mismos propietarios del negocio quienes comercializan el producto cada día domingo en la plaza de ropa. Las ganancias no son desestimables: cada pollera llega a costar entre 150 y 600 bolivianos y, dependiendo de la época del año, se llega a recibir contratos por hasta 200 unidades de polleras. A esto también se suman otras prendas como enaguas y mantas, lo que es llamado “juego completo”. Esto no significa que sea un negocio millonario (por eso mi duda en concebirlos como q’amiris), porque las ganancias son repartidas en los diferentes préstamos que se requieren para acceder a la materia prima, el pago de los operarios y de una importante prima de dinero a los pasantes con quienes se realizó el contrato. De esta manera, se mantiene dicho capital simbólico en forma de ayni.

 

BIBLIOGRAFÍA

Albó, Xavier, Greaves, Tomás y Godofredo Sandoval (1982). Chukiyawu, La cara aymara de La Paz. La Paz: CIPCA.

Ibañez, Roxana (12 de octubre de 2017). “La competitividad de la industria textil de Bolivia está disminuyendo por los tipos de cambio”. Modaes Latinoamérica Recuperado de: https://www.modaes.com/back-stage/gary-rodriguez-ibce-la-competitividad-en-la-industria-textil-de-bolivia-esta-disminuyendo-por-los-tipos-de-cambio.html

Llanque, Ricardo Jorge y Edgar Willy Villca (2011). Qamiris aymaras: desplazamiento e inclusión de elites andinas en la ciudad de Oruro. La Paz: Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB).

Marco Navarro, Flavia (2015). Empoderamiento económico de las mujeres en Bolivia. Entre el ideal de estabilidad laboral y el sueño del negocio propio. La Paz: Fundacion ARU. 

Medeiros, Carmen, Antonio Rodríguez-Carmona, Giovana Ferrufino y Nico Tassi (2013). Ensanchando los intersticios: Institucionalidades y estrategias económicas del comercio popular. En: T’inkazos 16(33), 27-46.

Soruco, Ximena (2011). La ciudad de los cholos: mestizaje y colonialidad en Bolivia. Siglos XIX y XX. La Paz: PIEB.

Tassi, Nico, Carmen Medeiros, Antonio Rodríguez-Carmona y Giovana Ferrufino (2013). "Hacer plata sin plata". El desborde de los comerciantes populares en Bolivia. La Paz: PIEB.

Wanderley, Fernanda (2002). Inserción laboral y trabajo no mercantil. Un abordaje de género desde los hogares. La Paz: CIDES-PLURAL.Yampara Huarachi, Simón, Saúl Mamani Morales y Norah Calancha Layme (2007). “El comportamiento del qhatu: procesos hipotéticos de contraste”. La cosmovisión y lógica en la dinámica socioeconómica del qhatu/feria 16 de Julio (pp. 53-90). La Paz: Fundación PIEB.

Fecha de publicación: 6 de noviembre de 2020.