Lorena Monzón - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

#SociologíaUMSAescribe

 

En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

AUTORES

ADRIÁN FUE UN HOMBRE EXTRAORDINARIO[1]
Lorena  Monzón[2]

 

Adrián nació el 5 de marzo de 1924 en la localidad de Guaqui de la provincia Ingavi, ubicada a orillas del lago Titicaca. Él, siendo joven, solía trabajar en la prefectura de la misma población. Un día, mientras estaba de visita en la casa de una tía abuela que vivía en la ciudad de La Paz, fue a comprar un periódico. Allí se encontró con un muchacho que le animó a unirse a la policía. Por consiguiente, juntos fueron a ver una convocatoria para incorporarse al Cuerpo Nacional de Carabineros y Policías. Y sin meditarlo demasiado, él empezó a formar parte de dicha institución. Así, mi abuelo Adrián, trabajó alrededor de 30 años en aquella entidad.

En sus tiempos de juventud y adultez, mi abuelo fue una persona puntual, estricta y un tanto fría; supongo que fue así porque al principio trabajó como policía. Sin embargo, mi antecesor también cumplió con la labor de bombero; y por ello, contaba con un espíritu humano. Por ejemplo, lo que más le caracterizó fueron los valores como la dignidad, el honor, el respeto y  la compasión por la vida humana.

Él no habla sobre su pasado. A pesar de que vivió experiencias fuera de lo común, él prefiere guardar sus vivencias como recuerdos sin relevancia. Sin embargo, hoy hizo una excepción. Y por ello, sostengo que mi abuelo fue una persona extraordinaria. En primer lugar, mi abuelo fue custodio de presos políticos en la isla de Coati (o Isla de La Luna). En segundo lugar, mi abuelo participó, como policía, en la Revolución Nacional de 1952. En tercer lugar, mi abuelo fue destinado a Tipuani para cuidar y transportar oro al Banco Minero de la ciudad de La Paz. Y por último, mi antecesor trabajó como bombero en el Cuerpo de Bomberos Antofagasta, en la ciudad de La Paz. Al fin y al cabo, la vivencia de mi abuelo como uniformado, que solía pasar desapercibida, resultó gozar de una riqueza excepcional. Un mar de experiencias y anécdotas no contadas aún se esconden en el interior de mi abuelo Adrián.

En primer lugar, Adrián tuvo que custodiar a los cautivos políticos en la Isla de Coati y uno de aquellos presos se hizo su amigo. En el año 1951, mi abuelo fue destinado a la Isla de Coati, más conocida como Isla de La Luna, que se encuentra a lado de la Isla del Sol en el Lago Titicaca del departamento de La Paz. El lugar en el que se encontraban confinados los cautivos no resultó ser tan malo. Concretamente, el sitio contaba con habitaciones y una cocinera que les proporcionaba desayuno, almuerzo y cena. Sin embargo, había momentos en los que los “agentes civiles” maltrataban a quienes estaban en detención. Por ejemplo, ellos solían golpear sin justificación alguna a las personas que custodiaban en la isla. En cambio, mi abuelo solía “charlar” con el preso al que custodiaba. Uno de los presos políticos que estaba cautivo en la isla fue el expresidente de Bolivia: Víctor Paz Estensoro. A propósito, mi antecesor fue quien lo custodió por un lapso de tres meses; y él, más tarde, se convertiría en su amigo. Mi abuelo Adrián podía ejercer la fuerza tranquilamente como sus otros compañeros; sin embargo, prefería hablar con Paz Estensoro y así obtuvo anécdotas inimaginables e inigualables.

En segundo lugar, mi abuelo, que sólo tenía dos años trabajando en aquella institución,  participó osadamente como policía en la Revolución Nacional de 1952. El día 9 de abril del 52 fueron movilizados los regimientos de carabineros “Capitán Zeballos”.  Mi abuelo destaca la participación de los carabineros y policías en los días de la lucha, para lograr la revolución. Él menciona que los regimientos de la institución fueron vitales para que el pueblo gane la batalla, ya que el Cuerpo Nacional de Carabineros y Policías participó activamente en los enfrentamientos contra los militares. Además, el Cuerpo dotó de armamento a los civiles y fabriles para que la contienda continúe. Por un lado, mi abuelo participó en el regimiento del cuartel Calama y se enfrentó a los integrantes del Colegio Militar. Él cuenta que los militares lanzaron morteros hacia la humanidad de los policías y civiles que luchaban cerca de un parque. A causa de esto, varios de sus compañeros murieron. Sin embargo, mi abuelo y su grupo de ataque defendieron con éxito la revolución que lideraban a favor del pueblo. Ubicados cerca del cuartel Calama, los policías hicieron retroceder a sus adversarios: los militares. Por otro lado, en uno de esos enfrentamientos, los militares lanzaron cañones hacia el cuartel. Desde el cielo, a 20 o 30 metros de altura, un cañón impactó en el lugar en el que se hallaba Adrián. En consecuencia, explotó dentro del establecimiento. Y una esquirla (astilla) terminó dañando parte del ojo de mi abuelo. Él aún conserva ese recuerdo, esa huella que resalta a la mirada de la gente. 

En tercer lugar, mi abuelo, que resultó ser altruista, fue destinado por varios años a Tipuani para cuidar y transportar oro al Banco Minero; ubicado en la ciudad de La Paz. Tipuani se encuentra en la provincia Larecaja, al noroeste del departamento y a 275 kilómetros de la ciudad de La Paz. Tipuani limita al norte con el municipio de Apolo, al este y al sur con el municipio de Guanay, al suroeste con el municipio de Sorata y al oeste con el municipio de Mapiri. Tipuani posee una actividad minera importante en la extracción de oro. Mi abuelo fue de comisión a aquél lugar desde el año 1954, hasta principios de la década de los 60. Él trabajaba transportando remesas de oro. En esta faceta, la anécdota más notable que puedo contar de Adrián es de cuando él ayudaba a los mineros ofreciéndoles coca y alcohol, debido a que ellos (a veces) no encontraban el metal precioso; por lo cual, no ganaban lo suficiente. No obstante, y a pesar de que mi antecesor contaba con un escaso salario, también les proveía de combustible para iluminar sus lámparas. Por lo tanto, los mineros, en agradecimiento por la ayuda brindada, le nombraron accionista en una de las minas de Tipuani.

Por último, mi antecesor fue un bombero que enfrentó con valentía y destreza su labor  en el Cuerpo de Bomberos Antofagasta, en la ciudad de La Paz. Él socorría a las personas heridas en accidentes de tránsito de las carreteras y sofocaba incendios en la ciudad. Por un lado, él viajaba hasta la carretera de los Yungas para socorrer a las personas en accidentes de tránsito y prestaba primeros auxilios a los viajeros malheridos. Por ejemplo, mi abuelo aplicaba torniquetes a los individuos que se desangraban en el lugar del hecho y también los trasladaba a los centros hospitalarios de la ciudad. Por otro lado, mi abuelo  fue un audaz bombero, en su labor de apaciguar incendios. Por ejemplo, él contribuyó sofocando el incendio de la entonces fábrica Said. Mi abuelo Adrián cuenta que soportó 24 horas sofocando y apagando el incendio de la fábrica de textiles y algodón. Él dice: “Veía a mi amigos que lamentablemente terminaban agotados y otros,  desmayados”. Por otro lado, a veces él y sus compañeros no poseían el equipo adecuado para lidiar con los incendios. Incluso, aquellos bomberos tenían que prestarse equipos de Samapa (Servicio Autónomo Municipal de Agua Potable y Alcantarillado) para apaciguar las llamas. Por lo tanto, con el paso del tiempo, él se fue ganando el respeto y la admiración de muchos compañeros, familiares y desconocidos a los que brindaba ayuda.

Finalmente, las historias de Adrián iban a pasar desapercibidas en este mundo; sin embargo, tuvimos la oportunidad de escucharlo y darle la importancia justa a sus palabras. Esa persona, que parecía reservada en personalidad y carácter, mostró un lado que, en lo personal, jamás  había visto. Las actividades que mi abuelo realizaba como policía y bombero denotan el valor, la humildad, la dedicación y la entrega con la que se desenvolvía en su trabajo cotidiano en la que hoy es la Policía Nacional Boliviana. Al escuchar las historias que mi querido abuelo vivió tiempo atrás puedo reiterar  que mi abuelo Adrián fue un hombre extraordinario.

Después de todo, y a pesar de su avanzada edad, mi abuelo conserva recuerdos, –aunque nebulosos– de su pasado. Él trae a la conversación la nostalgia tan profunda de sus vivencias ocurridas cuando solía cumplir la labor de ofrecer servicios en favor de las personas. Y esas anécdotas quedarán grabadas en la historia, a pesar del paso del tiempo.

 

Bibliografía citada
Norte Paceño (2018).  “Tipuani - Mancomunidad de Municipios de Norte Paceño Tropical”.
En: Norte Paceño [sección Municipios]. Recuperado de:
www.nortepaceno.org/municipios/tipuani

  Lista de entrevistados
  
Adrián Callisaya,  policía jubilado, La Paz, 10-6-2018.                                                                                                                                                      


  Fecha de publicación: 28 de mayo de 2020


[1] Ensayo final para la materia “Lenguaje y redacción básica”, Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Sociología, gestión 2018-1.

[2] Estudiante del primer semestre de la carrera de Sociología. E-mail: lorenamonzon896@gmail.com