Georgina Adriázola Alcocer - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

#SociologíaUMSAescribe

 

En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

AUTORES

GESTIONES

DOS PUNTOS DE VISTA[1]

Georgina Adriázola Alcocer [2]

 

 

Transcurridos algunos días desde la suspensión de actividades académicas por el creciente conflicto del 2019, nos informaron acerca de la recalendarización de dichas actividades. Faltando únicamente dos materias para terminar el año, redujeron cada una a casi la mitad del tiempo, con la idea de que sería retomada luego de una semana. Esta noticia fue gratamente recibida, pues significó un respiro en medio de las actividades de fin de año. Además de tener una preocupación genuina por la situación del país, no podíamos ocultar nuestra profunda alegría por los días libres que tendríamos en adelante, incluso pasando por alto aspectos relevantes referentes al conflicto.

Mientras tanto, por un lado, si bien, precavidos vecinos de mi zona, tomando en cuenta su cercanía al palacio de Gobierno, se organizaban en fuertes grupos de defensa, cubriendo las calles con calaminas y trozos de madera, por otro lado, los estudiantes de mi carrera, como una especie de caballos cocheros, estábamos en perfecta lejanía del conflicto, concentrándonos solo en estudiar lo más posible para que el retorno a las actividades no nos agarrara desprevenidos. Era grande el miedo al desenlace del conflicto, pero aún más grande era el miedo a reprobar las últimas materias, aun teniendo como ventaja estos días libres.

Para ese entonces, me encontraba viviendo por el mercado Yungas de La Paz, epicentro en ciertas ocasiones del conflicto; pero, a diferencia del resto de la ciudad, los días transcurrían más tranquilos. En un laberinto de calaminas y rejas improvisadas, se encontraba envuelto el palacio de Gobierno y, a su alrededor, el ejército resguardaba. Por fuera de éste se encontraban los vecinos haciendo vigilias pacíficas y fogatas, mientras que de cuando en cuando lanzaban algún cántico hacia este ejército pidiendo que dejen las armas y pelearan con el pueblo. Mantenían el argumento de que al ejército solo le quedaban dos caminos: unirse a su pueblo o ser sus asesinos. No me quedaba muy lejos la universidad; pero, aun así, no parecían llegar ni rumores del conflicto hasta ésta; al pasear por sus pasillos, no se veía ni oía nada fuera de lo normal; todo parecía envuelto en una burbuja encerrada en su propia despolitización.

Cada cierto tiempo se acercaban movilizaciones a la plaza Murillo, unas pacíficas y otras con la intención de romper los cordones de seguridad; pero todas eran frenadas por el ejército. Los petardos y en algunos casos los sonidos de lo que parecía ser dinamita se hacían sentir en toda la cercanía. El miedo se apoderaba de los vecinos, quienes, presa de éste buscaban las cámaras más cercanas para informar a la opinión pública sobre el temor que sentían por su cercanía con el Palacio Quemado, así como sobre la sensación de que sus barreras “mecánicas” y humanas pronto serían vencidas. Pero para mi Facultad el miedo era otro. Tras la suspensión definitiva de clases, surgieron una infinidad de rumores: que si se anularía el año académico, que si se eliminarían las prácticas y todo se terminaría en el examen final, que tal vez la nota del único parcial rendido sería la nota final de la materia. Todo esto nos dejaba en la más fría de las incertidumbres y el más temido de nuestros miedos era reprobar.

La dilatación del conflicto, justo después de la tan esperada renuncia del expresidente, pareció reavivarlo en las calles. Se tenía la amenaza de que hordas afines al partido del Gobierno saliente bajaban molestas al centro de la ciudad y los vecinos, preocupados, pactaron con el ejército para no dejar que éstos pasaran. Se reforzaron las medidas de protección; se llamó por megáfono a todos los varones a salir a la calle y a precautelar cualquier entrada a esta zona; las caseras del propio mercado Yungas habían sacado sus cuchillos y machetes frente a las vallas de protección para defenderse. En medio de estas posturas, el enojo colectivo de los estudiantes había empezado también, tras el anuncio del Decanato de solo permitir una semana más de clases antes de cerrar el año y promediar las materias anteriores. Esto se traducía en bajos promedios, menos oportunidad de prácticas y exámenes sin clases previas. La molestia se hizo escuchar, pero, debido a las circunstancias, poco o nada podía hacerse al respecto.

Este enojo pasó con los días, tanto para los vecinos de mi zona que, con tranquilidad, tras el anuncio de la posesión de un nuevo mandatario, retiraron poco a poco las medidas de seguridad y trataron de regresar a sus vidas cotidianas, como para nosotros en la Facultad, ya que, pese a la reducción de clases, logramos terminar el año. El tiempo libre permitió estudiar y reforzar muchas cosas, lo que se tradujo en mejores exámenes finales –aunque no en todos los casos– y, por ende, en mejores promedios. Un buen final para ambas partes.

El conflicto que tuvo un inicio llegó también a su fin, trajo infinidad de puntos de vista, muchos de éstos bastante contrarios. Si bien para unos fue una época de penumbras y temor, otros trataron de sacar algo positivo de la situación, y hasta hubo quienes hicieron ambas cosas. Sentimientos como el miedo, la rabia y la incertidumbre llegan a aflorar en situaciones como ésta, lo interesante puede ser que los detonantes de éstos no siempre son los mismos. Así como, para unos, el miedo lo produce una horda de militantes de un partido político; para otros, el miedo consiste en perder una materia.

 

Fecha de publicación: 2 de septiembre de 2022


[1] Este trabajo fue presentado el año 2021 para la materia “Lenguaje y redacción básica”, en la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés.

[2] Estudiante del primer semestre de la carrera de Sociología, Universidad Mayor de San Andrés.