Mariana Blanca Vargas Alegría - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”
#SociologíaUMSAescribe
En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.
AUTORES
EL GESTO DE UNA MUJER EN LA DICTADURA[1]
Mariana Blanca Vargas Alegría[2]
Nos remontaremos al año 1972 aproximadamente, un apesadumbrado tiempo de malestar social, cuando los conflictos asolaban el país boliviano, una de las etapas más oscuras y violentas de la historia nacional. En aquella época dictatorial, bajo el primer gobierno de Hugo Banzer Suarez (1971-1978), se perpetraron diversos actos de corrupción e incontables denuncias de atentados contra los derechos humanos, todo durante una fuerte crisis económica y una latente inestabilidad política. Una época dura, y terrible en la que sobrevivía, como muchos, una ciudadana que solo deseaba dar de comer a su familia: Alberta Herrera. Su existencia nos trae un hecho digno de ser relatado, ya que ella fue una mujer persistente, valiente y de gran fortaleza. A continuación, resaltaremos las cualidades de esta gran mujer mediante una breve vivencia.
La persistencia es una cualidad que te dirige de forma enfocada hacia un objetivo en el que uno no debe dejarse vencer por la adversidad, por lo que se requiere de una gran fortaleza interna para obtenerla. Alberta poseía esa capacidad, fue una mujer persistente por la constancia en sus acciones, a pesar de la dramática y difícil situación que le tocó vivir durante aquel gobierno autoritario. Aún con todas las adversidades presentadas, ella no se derrumbó y se mantuvo firme.
Su esposo se encontraba enfermo, tendido en la cama. El miedo y la preocupación la embargaban, emociones que derivaban en angustia. En esa época había escasez de pan, por lo que se formaban colas interminables a puertas de las panaderías. Además, había un toque de queda impuesto desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana. Una mañana, Alberta, con poco dinero, debía dar de comer a su familia y no podía arriesgarse a no conseguir el pan ese día. Por ello, junto a su tercer hijo, salió de su casa antes de las cinco de la madrugada, sabiendo que corría el gran riesgo de ser detenida.
Asimismo, la valentía es un atributo que involucra determinación y confianza a la hora de enfrentar un suceso, esta emana como una fuerza interior que se manifiesta ante circunstancias difíciles. Alberta fue una mujer valiente, ya que no tuvo miedo para actuar ante situaciones abrumadoras.
Por azares del destino, aquel día, un par de patrullas de las fuerzas de seguridad, a las que en esos tiempos denominaban “Blancanieves” por su color, aparecieron cuando Alberta y su hijo volvían de comprar pan. Frente a la repentina situación, ella tomó una aguerrida decisión antes de que los atraparan. Debido a que padecía artritis[3], lo que evitó que pudiera correr, la valiente mujer entregó el pan al adolescente para que escapara y llevara el desayuno del día a su hogar. Esta fue una de las tantas decisiones de las que nunca se arrepentiría, porque sabía que no podía evitar el hecho de llegar con el pan para sus hijos. Debía ser sincera consigo misma ante la situación, sus prioridades eran claras y si quería mantenerlas debía hacer un sacrificio.
Finalmente, ella enfrentó la situación difícil con gran fortaleza, una facultad que implica fuerza moral y física, mantenerse firme y vencer el temor. Esta virtud le permitió afrontar y resistir como una sólida estructura fortificada de un edificio ante un terremoto.
Tras la arrebatada decisión, Alberta fue detenida por los “Blancanieves”. La llevaron a un recinto que quedaba a varias cuadras de su hogar, exactamente en el sindicato “Litoral", que en aquel tiempo servía como lugar de detención. Allí estuvo recluida algunas horas y resistió agresiones tanto físicas como psicológicas. Ella soportó amenazas, insultos, humillaciones, empujones y golpes. Todo derivaba en un intento de derrumbar su autoestima. Claro que sintió impotencia por lo que pasaba, temor por la situación en la que estaba y frustración por no poder hacer nada. Pero, finalmente, todas esas emociones se apaciguaron por el simple hecho de saber que al menos su familia se había llevado algo de pan a la boca ese día, lo que hace dilucidar su bondad y amor inmenso por su familia.
En síntesis, ella fue persistente cuando se levantó de cama y salió a tempranas horas de la mañana a pesar de los riesgos que corría, con el objetivo afianzado de, al menos, conseguir el alimento para su familia. Fue valiente por su fuerza para tomar una decisión en una circunstancia decisiva y mandar el pan a su hijo para quedarse ella y enfrentar lo que venía. Y tuvo la fortaleza suficiente de soportar aquella detención en las condiciones más duras en aquel tiempo.
En conclusión, Alberta Herrera, mi abuela, nos inspira a ser mejores personas, porque la vida es un continuo ejercicio de superación, de crecimiento como individuos. Es claro que no somos perfectos ni debemos pretender serlo, pero esa gran mujer es un claro ejemplo de cualidades, tan propias de ella, que deben cultivarse en la sociedad para el bien común. Las cualidades, que afloraron ante la situación tan difícil y los grandes obstáculos que se le presentaron en aquel momento han sido adquiridas a lo largo de toda su vida y progresivamente las fue asimilando de quienes la criaron. Todo esto la convirtió en una persona valiosa, alguien de quien vale la pena seguir su ejemplo.
Fecha de publicación: 29 de julio de 2022
[1] Este trabajo fue presentado el año 2021 para la materia “Lenguaje y redacción básica”, en la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés.
[2] Estudiante del primer semestre de la carrera de Sociología, Universidad Mayor de San Andrés.
[3] Enfermedad común que afecta a los huesos de la rodilla.