Moisés Rodrigo Y. Mendoza - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

#SociologíaUMSAescribe

 

En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

AUTORES

GESTIONES


DOCTORADO HONORIS CAUSA EN ZAPATERÍA: UN OFICIO ANACRÓNICO QUE SE NIEGA A MORIR EN LA CIUDAD DE LA PAZ

Moisés Rodrigo Y. Mendoza[1]

 

INTRODUCCIÓN
Un día, revisando mi Facebook, en la página “Fotos Antiguas de La Paz”, vi algo que me llamó la atención: era la foto de un vendedor ambulante que comercializaba champú, esos champús antiguos que solo había en tres colores: verde, que era de motacú; uno medio amarillo o mostaza, que era de manzanilla, y otro blanco, que era de huevo (figura 1. Tal fue mi sorpresa que recordé que cuando era niño mi abuelo aún compraba esos champús en grandes cantidades. Ingresé a la página donde vi esa publicación y me sorprendí aún más, al encontrar fotos de vendedoras de velas, vendedores de llauchas[2], heladeros, lecheras, fotógrafos, etc. Todos ellos eran comerciantes antiguos que vendían en distintas zonas, calles y ferias de la ciudad de La Paz. Mientras continuaba viendo las fotos, mi emoción iba creciendo. Hasta que llegué casi al final de las fotos donde vi varios artesanos de antaño que había en La Paz, como sastres, carpinteros, zapateros y escultores de artesanías. Las  fotos  fueron tomadas más o menos entre los años 1930 a 1940.

 

Figura 1.Vendedor de shampoo artesanal
Fuente: Fotos Antiguas de La Paz / Facebook.

 

Entre todas las fotografías vistas, una de ellas me llamó mucho más la atención. Esto me redireccionó a varias interrogantes y me puso a pensar cuán antiguo es el trabajo que aún ejerce mi abuelo: la zapatería. Entonces, todo ello desencadenó una serie de recuerdos en mi mente. Uno de ellos fue que yo, desde muy niño, solía visitar a mi abuelo en su lugar de trabajo —o como él lo llamaba: su “taller”— y muchas veces quería ayudarle. Además, él era el único que arreglaba los zapatos de toda la familia: tíos, primos, mi mamá y mi hermano. A su vez, recuerdo que más de una vez mi abuelo hizo zapatos nuevos y modernos para mi abuela. También me cuenta mi mamá que él siempre arreglaba los zapatos de todos, y que todos sus hermanos tenían nociones básicas de costura y arreglo de calzados.

De este modo, el presente ensayo está conformado por distintos testimonios de artesanos en calzados. Además, tomaremos como pilar principal y núcleo del ensayo el testimonio de mi abuelo. Este ensayo posee un entrelazado metódico entre lo crónico y lo etnográfico, planteando como objetivo reflejar la herencia y realidad histórica de un sector de la sociedad, en este caso, de los zapateros y del oficio de la zapatería; juntamente con la transición del oficio, conduciéndolo hasta lo que nosotros conocemos. Además de reflejar el trabajo arduo de cada artesano, resalto el aporte cultural que tiene y, lo más importante, el recorrido histórico que conlleva cada uno de ellos, formando parte de la construcción de la sociedad paceña; lo que fue, lo que es y lo que puede ser.

 

IDENTIDAD, FORMACIÓN Y LA PROFESIONALIZACIÓN DEL ZAPATERO
Muchas profesiones construyen cierta identidad en cada rubro que desempeñan y que los hace visibles ante una sociedad. Por ejemplo, a un médico o profesional en medicina lo veremos con un mandil blanco o un entendido en construcción, quizá, vestirá con un overol y un casco para proteger su cabeza. Del mismo modo, el zapatero tiene una  identidad; pero, para construirla, primero debemos diferenciar a un zapatero artesano de un zapatero reparador. Mi abuelo cuenta que muchos años hubo esta diferencia entre lo que era ser artesano en calzados y que era ser zapatero “remendó”[3] o reparador.

 

Los artesanos en calzados somos los que sabemos confeccionar, diseñar, moldear y crear calzados, ya sea para dama o señorita. En cambio, los zapateros remendones son solo los que saben arreglar los zapatos que nosotros hacíamos o también los ayudantes que solo saben lo básico, colar o coser, cosas bien sencillitas (Mendoza, 31.05.2018).

 

Si bien es cierto que en la actualidad ya no hay esta disputa de quién es artesano y quién es el zapatero remendón, muchos de los entrevistados –personas mayores de los 60 años–sostienen que ellos eran los artesanos y los demás son solo zapateros remendones. Don Rogelio nos dice:

 

Yo era artesano en calzados, este taller que ves (mira hacia atrás y muestra su tienda) ha sacado bien lindos zapatos, los caballeros hasta de abajo (refiriéndose a los de la zona Sur y del Centro) venían a buscarme, joven…. Ahora solo somos zapateros porque ya no hago zapatos, solo arreglo (28.05.2018).

 

La identidad que construía el zapatero era de dos tipos: primero era para el círculo de competitividad, o sea entre los mismos zapateros. Esta giraba en torno al lema: “Quien tenía más trabajo o quien hacia mejores calzados, era el mejor artesano”. Como mi abuelo dice: “…uno tiene que conocer a su competencia, entre zapateros nos conocemos y sabemos qué trabajo hacía”. A su vez, don Reynaldo señala:

 

Los artesanos en calzados eran bien respetados. A veces tenías que tener platita nomás para ser artesano. Yo, como no tenía, solo ayudante era… Arreglaba todo tipo de zapatos, bien ‘caché’ me salía (…) pero para la gente común todos éramos zapateros (28.05.2018).

 

Entonces, primero se buscaba crear una identidad o cierta fama entre la competitividad del mismo rubro, para hacerse “conocido” en el medio. La segunda identidad que construía el artesano era para la sociedad. Muchas personas señalan que reconocer a un artesano en calzados no era muy difícil, ya que siempre llevaba un mandil o delantal hecho de cuero; pero lo más importante era verle las manos, porque siempre tenía un dedal en alguno de sus dedos; incluso muchos de ellos se realizaban autocuraciones por los cortes múltiples  que tenían en las manos, recubriéndose la herida con carnaza[4] y clefa; esta era una manera de hacer una autocuración que muchas veces –dicen– les funcionaba perfectamente y la herida cicatrizaba mucho más rápido.

Ante esto, no solo la diferencia de esta profesión estaba marcada dentro de los zapateros y artesanos, también estaba en sus conocidos; era clara la diferencia entre un artesano en calzados y un zapatero remendón, pero para personas ajenas a este círculo solo se les otorgaba y eran conocidos con el nombre de zapateros, sin siquiera enterarse de la diferencia que existía entre uno y otro. Pero, ¿cómo se identificaba o diferenciaba a un zapatero artesano de un zapatero remendón? Mi abuelo me contaba que los artesanos en calzados tienen que tener un taller; o sea, una tienda o espacio para trabajar. Además, tener máquinas, hormas[5], personas que le ayuden a preparar el calzado y que le ayuden a facilitar el trabajo (material, diseños, etcétera). Un zapatero remendón solo necesita cosas básicas: una pequeña maquinita de coser, cuero, algunas herramientas y bastaba con eso. Incluso, muchos no solían tener un taller de trabajo, solo solían contar con un espacio reducido que podría estar en la vía pública o en un pequeño quiosco (figuras 2 y 3).

 

Figura 2. Horma de madera, que servía para dar molde a los calzados que se iban a realizar,
venían en todos los tamaños y tallajes. Extraído de:
www.fotografiasgoogle.com

 

Figura 3. Exposición de calzados a reparar o reparados
en un quiosco de un reparador de calzados. Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

En cuanto a la formación profesional de los zapateros, no solo puede durar muchos años, también es una inversión de tiempo y dinero. Algunos profesionales como los médicos, abogados o profesores tienen que pasar de cinco a siete años formándose en su rama, para llegar a un buen nivel de formación y poder desenvolverse en su área. Del mismo modo, un artesano en cualquier rama debe formarse, incluso algunos lo hacen muchos más años. Esta formación del zapatero se basaba en el aprendizaje empírico y vivencial, orientada e inculcada por un instructor. No se opta tanto por lo teórico o por tener que asistir a una universidad o a un instituto de técnico superior para adquirir este conocimiento, aunque en ciertas ocasiones un artesano debe leer muchos más y autoeducarse para convertir ese oficio en profesión. Por ejemplo, mi abuelo narra:

 

Desde mis 12, 13 o 14 años yo sabía estar ayudando a mi padrino con los zapatos… también hice otros oficios; pero, al final, después del salir del cuartel ¿no?, empecé a ser zapatero, gracias a mi mamá que me recomendó y mi padrino que me enseñó… Yo casi desde año 50 (1950) me dedico a esto, son 68 años que he aprendido el oficio, entre lo que me enseñaba mi padrino y lo que leía, miraba en la calle y a veces eso me copiaba, es sacrificado aprender todo, pero ahora todo yo sé… (Mendoza 31.05.2018).

 

Don Plácido y don Emeterio nos dicen:

 

Para ser zapatero, harto siempre hay que saber, no es así no más. Uno tiene que leer, mirar, tocar, incluso saber de moda, hasta de revista hay que saber sacar. Si no, el cliente se va a otro lado y pierdes clientela (Bravo Plácido, 28.05.2018).

 

El ser zapatero no es estudio de nunca acabar… Siempre (se) aprende algo; por ejemplo, yo soy zapatero 45 años. Los zapatos no son como antes, hay que actualizarse como profesional, a veces tenemos que reconstruir un zapatito (Canqui Emeterio 26.05.2018).

 

Si bien la formación vivencial o esta autoeducación ayudó a formarse a este sector, para convertirse en un artesano en calzados o en un zapatero, también se puede evidenciar que los años de experiencia formaban un papel protagónico en el desenvolvimiento de su oficio. Esta profesionalización de los zapateros empieza de esta inquietud de querer autosuperarse en las habilidades que uno ya tiene, pero todo con un mentor que les enseña todo lo que saben. Cabe aclarar que muchos oficios fueron heredados de manera obligatoria o por obviedad en algunos sectores. Es decir, si el papá era carpintero uno de sus hijos debía seguir esta tradición familiar; si la madre vendía en un mercado, de manera automática, una de las hijas debía seguir este oficio con esta actividad heredada. Es quizá así como empezaron los oficios masivos. Si bien no muchas personas suelen elegir lo que desean ser, muchos optan por ciertos oficios artesanales por necesidad o por “sentar cabeza” o simplemente porque les gusta. Pero todos los entrevistados señalaron que tuvieron un familiar que les enseñó el oficio; en el caso de mi abuelo, fue su padrino; en el caso de don Reynaldo, fue su papá; en el caso de don Emeterio, su abuelo era zapatero. Entonces, ahí estaban la adquisición del oficio y la orientación para desenvolverse en este, acompañadas de “cuál será el rol que cumplirá el ciudadano para esta sociedad”, cómo se sostendrá para toda su vida y cómo sostendrá a su familia. En resumen, la adquisición de los conocimientos de la zapatería proviene de la herencia e influencia de algún familiar o persona muy cercana al entorno familiar para poder facilitar esta enseñanza y que luego se convierta en una manera de sustento económico.

Respecto a los estudios que cada zapatero reúne, éstos pueden ser infinitos; pero llegar al oficio es otra cosa. Una gran mayoría de los entrevistados saben leer y escribir, pero no concluyeron el colegio por diferentes razones. A su vez, algo que llamaba la atención era la historia de don Roberto Condori:

 

Mis tíos eran artesanos en el calzado, yo a veces iba ayudarles. Era una manera de juego o por distraerme, me gustaba nomás. Cuando salí del colegio lo dejé y me entré a la Academia de Policías. Estuve ahí varios años, me gradué. Pero una vez incumplí una norma y me dieron de baja, entonces con los pocos ahorros que tenía agarré una tiendita, compré unas máquinas y la convertí en mi taller, y hasta ahora sigo con eso, hice estudiar a mis hijos y me compré una casita (24.02.2019).

 

Entonces, reafirmamos que la aproximación del oficio se obtiene por un familiar, que motiva, inculca y enseña el oficio. Muchos artesanos tuvieron este acercamiento del oficio aprendiendo e incluso adquiriendo remuneración económica; pero lo volvieron a retomar como una segunda opción. Es decir, es probable que exista un grupo de personas que se dedican a ser artesanas tras un fracaso académico o profesional, convirtiendo este oficio en su segunda opción, pero que les termina gustando y, de este modo, pasa hacer una parte muy importante de su vida.

 

LOS GRADOS DEL OFICIO Y LOS MEDIOS DE DESENVOLVIMIENTO EN CADA ÁREA
Cada profesión tiene sus grados académicos que deben vencerse, esto permite tener una buena carta de presentación como profesional y a su vez una mayor remuneración económica. En cuanto a la jerarquización en el oficio de la zapatería, esto es algo complejo; se podría decir que sí había una jerarquización, pero también grados que debía vencer cada artesano para poder desempeñar el trabajo. Es importante señalar que muchas de las personas entrevistadas no concluyeron el colegio; pero sí saben leer, escribir, sumar, restar, etcétera. E incluso, conocen nociones básicas de contabilidad y publicidad. Entonces, para llegar a ser un artesano en calzados se debe pasar por diferentes “cursos” o “grados” para que, al final, se pueda ser considerado un “artesano en calzados”. Para una mejor comprensión, realizaremos una comparación entre los grados académicos y los grados artesanales (cuadro 1).

 

Cuadro 1. Formación del zapatero

     Fuente: Elaboración propia.

En el cuadro anterior se explican las diferentes ramas que se debe aprender para poder ser considerado un artesano en calzados; además de los grados que debe vencer para convertirse en un profesional en su oficio, equivalentes a los grados académicos que debe obtener un profesional. A su vez, el monto de ganancia en un taller era determinado por el grado de conocimiento en el que uno se encontraba, siendo el novato el que ganaba menos y siendo el artesano en calzados el que gozaba de mayor remuneración económica. Cada una de estas ramas de la artesanía era enseñada e inculcada por el artesano y así el artesano no solo se convertía en elaborador, sino también en un maestro o tutor de cada uno de los integrantes de su taller. Del mismo modo, no solo estos eran los grados que debía vencer el aprendiz que trabajaba con el maestro zapatero, estos también se convertían en los integrantes que tenía un taller. El taller del zapatero no solo era un centro que albergaba pedidos de los compradores, también era el templo del saber donde el maestro zapatero enseñaba a los operarios costura, punteo, la manera de agarrar adecuadamente cada máquina y cada herramienta, incluso enseñando a lustrar de manera adecuada cada calzado para su entrega. El artesano en calzados se encargaba de acomodar los calzados en diferentes mercados, formales e informales, para su venta y exposición.

La competitividad entre los artesanos en calzados era muy reñida en cuestión, en la calidad de cada uno de ellos; si bien cada artesano era competente para confeccionar cualquier calzado para diferentes personas, cada artesano tenía una especialidad específica. Por ejemplo, mi abuelo cuenta que él solía hacer calzados para dama y a veces de niñas; pero prefería hacer calzados modernos para mujeres de pollera. No solo porque en esos años era rentable, sino también porque le salían bonitos. Otros artesanos se dedicaban a confeccionar para otros sectores, buscando así cada uno su sello identificativo. Muchas personas soñaban con ser modelistas en calzados o artesanos, porque no solo les proporcionaba mayor remuneración económica, sino también porque se podía enseñar a los demás; entonces, uno podía independizarse y abrir su propio taller. Pero, como en todo nivel educativo, por muchos factores, existe la deserción estudiantil, de igual manera en la artesanía muchos desertaban de seguir aprendiendo a hacer calzados, así que optaban por elegir ser zapateros reparadores, abandonar el taller y dedicarse solamente a reparar calzados en mal estado. 

 

Uhhh, he tenido miles de aprendices, pero todos querían aprender a arreglar zapatos y se iban de ahí ya abrían su reparadora y listo, ya eran nuestra competencia… Pero no sabían lo que nosotros sabíamos, hacer zapatos, nosotros somos artesanos, ellos solo arreglan lo que nosotros hacemos (Pinto, 24.02.2019).

 

El respeto que se tenía al maestro artesano en calzados era notable, ya que tenía experiencia acumulada, tenían un conocimiento acumulado en varias ramas, desde conocimientos administrativos hasta el análisis del comercio. Muchos de los artesanos cuentan que cuando uno de sus operarios ya había aprendido todo y quería retirarse para abrir su taller, lo primero que debían hacer era pedir permiso a su maestro artesano que le enseñó, este artesano tenía que darle la aprobación o negación. También debía recomendarle y aconsejarle y, a su vez, obsequiarle algunas herramientas en señal de padrinazgo:

 

Cuando yo abrí mi taller, primero le pedí permiso a mi tío que me enseñó. Al principio él no quería que me vaya porque decía que me faltaba experiencia, pero luego accedió y me regalo unas cuantas hormas y mis moldes que hice para su taller…. Y de vez en cuando me venía a visitar a mi taller y me recomendaba (Pinto, 24.02.2019).

 

En cuanto a las herramientas típicas de cada zapatero, y que no le deben faltar, están las siguientes: el fleje sirve para cortar las piezas de cuero que formarán el zapato siguiendo los patrones respectivos al modelo y talla. En el caso del cuero para suelas, contrafuertes, topes o tacones, se emplean las cuchillas de acero. El martillo de remendón, conocido también como martillo para asentar, se utiliza para fijar la piel sobre la horma de madera de forma provisional hasta que se cose al cerquillo. El abridor de hendidos es la herramienta cortante que sirve para excavar la suela para poder fijar la costura; hoy ha sido sustituido por maquinaria eléctrica. El escarificador o leznas se utiliza para practicar agujeros en cuero o piel y para hacer bordados de adorno sobre la misma. Las tenazas de montar se emplean para sujetar el corte y forro, y tensarlos para clavarlos o pegarlos a la planta, en el proceso de montado. Los hierros de lujar son para el abrillantado de los cantos y la planta de la suela, estacas, bisagras y alisadores son empleados para alisar y marcar los cantos, uniones de cosido y hendidos. El martillo fino y largo sirve para clavar tacones y para asentar la suela en los lugares difíciles de acceder, como el frente del tacón. La escofina es empleada para perfilar los tacones de suela. Además, hay una serie de elementos auxiliares como el trípode de acero, con diferentes formas para el clavado o asentado del calzado, se le conoce vulgarmente como “burro”. Otro es la manopla, que es un guante de cuero que deja los dedos libres y que se emplea para aminorar el efecto de las callosidades producidas por este oficio. El tirapié es una correa de cuero que sujeta la horma al muslo del zapatero para realizar los diferentes trabajos. Por último, está el mandil, que suele ser de cuero, y que cubre el pecho y las piernas del zapatero (figuras 4,5 y 6).

 

Figura 4. Molde de cuero para realizar un calzado.
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

Figura 5. Herramientas que suele usar un reparador de calzados,
una afinadora, una horma que servía para dar molde al calzado.
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

 

Figura  6. Conocido como trípode, sirve para sujetar al calzado mientras se repara,
y sirve para clavar la parte baja de la suela del calzado.
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

DEL AUGE DE LA ARTESANÍA A LA DEGRADACIÓN DE LA PROFESIÓN: ¡EL ZAPATERO MUERE, LA PROFESIÓN NO!
A lo largo de los años, la zapatería, al igual que muchos de los oficios en la artesanía, sufrieron transiciones en su trabajo. Esto dio como resultado un antes y un después en la profesión que ellos desarrollaban. Esto se debe a muchos factores; entre uno de ellos está la incorporación de maquinarias, por la cual poco a poco la mano de obra o fuerza de trabajo fue sustituida por grandes empresas de calzados. Esto ocasionó que se viera a los artesanos como simples seres anacrónicos aislados en su pequeño taller. Estas grandes empresas con un mayor capital, mayores maquinarias e incluso con una mayor cantidad de producción y en menor tiempo, lograron en pocos años saturar el mercado en general, y provocaron una baja en la demanda de confección artesanal de calzados. En estas nuevas condiciones, consiguieron que sus clientes los compraran directamente de estas grandes empresas, manteniendo el mismo precio o quizá menor del que tenía el trabajo de un artesano en calzados.  Y es aquí donde ocurre esta ruptura artesanal, marcando el antes y el después de estas microempresas de los artesanos en calzados.

Como pudimos evidenciar anteriormente, ser artesano en calzados era muy complejo, además de requerido. Incluso, cada artesano ya tenía un mercado seguro, esto debido a la poca comercialización de calzados realizada por las grandes empresas. Por ejemplo, mi abuelo cuenta: “Yo antes hacía 4 o 5 pares al día de zapatos, bien hechos”, siguiendo esta lógica, con 200 días hábiles de trabajo al año, más o menos, hacía como 800 a mil pares de calzados, dependiendo de la demanda del mercado. Pero esto fue bajando gradualmente al ingreso de las grandes empresas en el calzado. Pero, ¿por qué ocurría esto? Muchos de los artesanos en calzados tenían su mercado de productividad bien definidos. La mayoría de los artesanos en calzados lo hacían para la clase media y clase pobre en la ciudad de La Paz, en zonas y ferias tradicionales paceñas, ya que para este sector era más barato y de buena calidad. Como señala don Emeterio:

 

Yo solo hacía zapatos baratitos, para la gente del campo, algunas señoras o cabañeros que tenían hartos hijitos, los ricos compraban de tiendas lujosas o se hacían traer del exterior, no necesitan rebaja (26.95.2018).

 

Entonces los artesanos en calzados lograron responder a este tipo de mercado que ellos acaparaban. Ante este sentido, las empresas grandes se adentraron a este mercado de manera masiva y con precios más baratos, ajustándose a todo tipo de bolsillo. Es importante señalar que con el paso del tiempo y gracias al ingreso de estas maquinarias fue facilitando la creación de calzados, para introducirlos al mercado de manera masiva. De este modo, el arte de realizar calzados alcanzaría la cúspide de su producción y dejando de lado a la producción precaria que desempeñaban antes los artesanos en calzado. Las maquinarias utilizadas por las empresas magnas no solo eran capaces de producir mayor cantidad de calzados, también mejoraban la estética de cada uno de ellos, sacando modelos diferentes por día. De este modo, se satisfacía todo tipo de gustos y necesidades. Si bien antes la producción de calzados artesanales era de 800 a mil pares por año, las grandes empresas tenían una producción muchísimo más alta. Según el periódico La Razón: “Manaco[8], produce 2.5 millones de pares de calzados al año” (Gerente de Marketing y Manufactura Nacional Cochabamba de Manaco, 03.02.2017). Es de este modo que el ingreso de maquinaria a la fabricación de calzados contribuyó al crecimiento, la modernización y la elaboración de calzados; pero también, desplazó de gran manera a los artesanos en calzados, por el mismo hecho de no poder competir con estas grandes empresas y debido a que no podía estar  a la altura de este tipo de producciones (figuras 7 y 8).

 

Figura 7. Máquina de costura de materiales fuertes, como cuero, cuerina etc.,
Marca de la máquina (Singer).
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

Figura 8. Máquina preparadora de cortes para la elaboración de calzado, máquina de marca (Singer).
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

Es verídico que la introducción de maquinaria moderna, y con ésta la alta producción que se tenía para la elaboración de calzados, marcó un antes y un después en este oficio. Del mismo modo, la importación de calzados jugó un papel protagónico para este sector. Entonces, el artesano en calzados no solo debía competir con las industrias nacionales, también debía hacerlo con las industrias extranjeras. Esto sucedió, más o menos, entre los años de 1950 y 1999, de manera paulatina. Entonces, ¿qué fue de la profesión de la zapatería después de ello?

Una vez que acabó la era dorada de los artesanos en calzados, los zapateros solo podían hacer dos cosas: la primera, dedicarse a otro rubro o pedir trabajo a esas grandes empresas, aunque obviamente el sueldo no sería el mismo, sino uno más bajo; la segunda, buscar alternativa  dentro del mismo oficio. Es entonces y así que nacerían de manera masiva los zapateros reparadores o remendones, dejando de lado la elaboración de calzados; ya que las  empresas e importadoras acapararon el mercado de compra venta, los zapateros reparadores también acapararían este mercado, el del arreglo de los  desperfectos de estos mismos calzados: “Los calzados que arreglábamos eran malos. La mayoría de los materiales eran de segunda mano, o solo los colaban o simplemente eran de cuerina, que solo dura unas semanas y ya no servía, esos calzados arreglábamos” (Condori, 24.02.2019). Ahora bien, muchos aseguran que la profesión no va morir y otros dicen que va en descenso. Ante esto: “…siempre hay gente pobre que se quiera hacer arreglar sus zapitos o gente que le tiene estima a su zapato y se niega a botarlo” (Mamani placido 28.05.2018).

De igual manera, el periódico Página 7, en una sección, pone como titular: “Zapatero remendón, el oficio que se rehúsa a desaparecer” (04.06.2015); en dicha nota, el periodista argumenta por qué no desaparecerá el oficio.

Entonces, muchos sostienen que, como desapareció el oficio de artesano de calzados, el de zapatero remendón o reparador también procederá a su desaparición, por el hecho de que los calzados ahora cuestan más baratos. Además, la importación de calzados año tras año va en aumento. Según el IBCE (instituto Boliviano de Comercio Exterior) en el 2013, Bolivia importó 22.135 toneladas de calzados y en el 2017 China fue el principal proveedor de calzados de Bolivia. Todo esto fue acompañado del bajo precio que la gente desea pagar para el arreglo de los calzados. Además del alza de los materiales, acompañados de la escasez de trabajo que tiene el reparador en calzados, la vida cara que existe e incluso que mucha gente joven se niega a aprender y vivir de este oficio. Asimismo, reparar zapatos, ahora, no es nada lucrativo, por el mismo hecho de que cuesta más caro hacer arreglar un calzado o lo mismo que adquirir uno nuevo. Es por ello que en algún momento puede llegar a desaparecer este oficio. Pero ante estas apreciaciones, don Víctor nos transmite: “quizá mi taller esté muriendo, pero la profesión no va morir, siempre va haber alguien que necesite que se lo arreglen su calzado, y es ahí donde se verá a la necesidad de buscar un zapatero remendón”.

 

EL SINDICALISMO, HACER POLÍTICA MEDIANTE LOS CALZADOS
La profesión de la zapatería, durante muchos años, estuvo acompañada del sindicalismo bien organizado. Y mi abuelo fue partícipe de la política sindical durante varios años con la que siempre fue enalteciendo su oficio. Si recordamos, el sindicalismo artesanal y de varios sectores constantemente estuvo latente en la historia boliviana y forma cierta cultura de organización en nuestro país. Con el siguiente concepto explicaré el origen del sindicalismo artesanal:

 

El siguiente antecedente fue el asalto del mercantilismo al capitalismo industrial. Este es el punto de partida del sindicalismo en el siglo XVII hasta nuestros días. Con el desarrollo tecnológico inicial (la máquina a vapor, la imprenta, la lanzadera y otros), se inició la producción industrial compitiendo ventajosamente con los talleres artesanales hasta obligarlos a cerrar (Cepromin, 2012: 3).

 

En Bolivia, a lo largo del tiempo, varios artesanos, gremiales y otros se fueron instituyendo y organizando en sindicatos para hacer prevalecer sus derechos. Así lo señala Lisandro Rojas, en el libro Los artesanos libertarios: “La mayoría de los artesanos han salido revolucionarios. Yo tengo base para demostrar que los artesanos han sido los primeros impulsores del socialismo” (Lehm A, y Rivera C., 1988: 187-188). De igual manera, mi abuelo fue partícipe de la organización y fundador del sindicato de artesanos en calzados de la zona de Villa Copacabana y San Antonio, acompañado de algunos artesanos de calzados.

 

Yo soy fundador del sindicato de zapateros de esta zona, de reparadores de calzados. Yo ya estaba antes en el sindicato de La Paz, pero igual en algunas zonas no había, aparecieron hartos reparadores de calzados por los años de 1970 y 1980. Y yo como ya sabía, formamos el sindicato de los reparadores de calzados en vía pública (31.05.2018).

 

Si bien la organización sindical de muchos sectores llegó gracias a que muchos de esos sindicatos deseaban afiliarse a la COB (Central Obrera Boliviana), estos sindicatos tenían como utilidad mantenerlos organizados y para un mejor desempeño de su trabajo u oficio y además denunciar algunos abusos en sus derechos laborales. En el caso de los reparadores de calzados en vía pública, de igual manera cobró importancia porque los dirigentes de este sindicato debían gestionar permisos en las alcaldías para asentamientos en vías públicas, pagar impuestos y demás ordenanzas municipales. Es verdad que muchos artesanos optaban no solo por la organización sindical, igualmente optaban por unirse y apoyar a algún actor político. De este modo, varios zapateros coinciden en que en algún momento de su vida simpatizaron con un partido político. En la ciudad de La Paz, ocurrió un fenómeno político interesante, con la visibilidad de un partido en especial. Conciencia de Patria (Condepa) no solo acaparó el medio político, también varios artesanos de diferentes rubros simpatizaron con este partido. Ese partido logró el apoyo de todo tipo de gremiales y personas de área rural, quienes se sintieron acogidos por el líder de este partido, a la cabeza de Carlos Palenque, más conocido como el “Compadre”.  “Todo su discurso se fundamentaba en la herencia cultural de los aimaras y la identidad del mestizaje, basándose en la institución del compadrazgo, práctica social muy arraigada entre indígenas y cholos” (Mendoza, 2014: 35).

Muchos de los artesanos y gremiales se llegaron a identificar con el partido de Condepa por el apoyo que bridaba a este sector, además de poner en evidencia de los malos tratos que recibían de parte de  algunos sectores de la sociedad paceña. Es ante este motivo que muchos gremiales, artesanos se inclinaron por este partido. Santo Quispe, zapatero, señala que muchas veces votó por Condepa,también realizó campaña política por este frente, ya que a él y a su familia los representaba. Es de este modo que mi abuelo, como artesano y líder del sindicato de artesanos en calzados, y mi abuela ,gremialista vendedora de verduras del mercado Uruguay, se impregnaron del auge del sindicalismo, buscando esta identidad política que pueda saciar sus demandas sociales. Y esto fue convirtiendo a este líder o líderes sindicales o políticos en portavoces representativos, para que ellos puedan luchar por el oficio que eligieron, y que también luchen por sus compañeros y compañeras del gremio.

 

SAN CRISPÍN SANTO PATRÓN DE LOS ZAPATEROS
La cultura y la religión siempre estuvieron de la mano en Bolivia, uniendo lo pagano con lo religioso, procediendo así a enriquecer la cultura de nuestro país. Por ese motivo, los zapateros tampoco dejaban de lado sus creencias religiosas y culturales. Los santos patrones de los zapateros son San Crispín y Crispiano, no es casualidad que ambos santos vayan de la mano. Ya que San Crispín es el santo patrón de los zapateros y San Crispiano es santo patrón de los importadores de cuero y materiales de zapatería, este se celebra el 25 de octubre de cada año. Esa fecha se convierte en el feriado de los zapateros e importadores de cuero. Por consiguiente, no se trabaja y se tiene una agenda especial para ese día. Pero, ¿por qué se dice que lo cultural y lo religioso van de la mano? Muchos zapateros no solo creen en este Santo, también tienen la imagen de ese santo en sus talleres o negocios, y algunos suelen prenderles velas en algunas ocasiones o simplemente lo tienen ahí como una calcomanía para que bendiga el negocio. A su vez, también solían realizar la respectiva ofrenda a la Pachamama, que se hacía los días viernes o martes, dependiendo de la creencia de cada persona. Algunos lo hacían cada semana; otros cada inicio de mes. Esto servía de agradecimiento y para que haya mayor clientela.

Ante la festividad de San Crispín y San Crispiano, el 25 de octubre, se realiza una misa en alguna parroquia o iglesia. Así nos cuenta don Plácido: “…seguido del acto religioso, se pasa a realizar la k´oa[9] y después se pasaría a la tradicional ch’alla”[10]. Estos rituales se realizan para que todo el año se goce de prosperidad en el negocio y además para que la envidia de algunas personas no los alcance; sirve también para pedir por salud de ellos y su familia y que en el transcurso del año no sufran de robos. Posterior a esta ceremonia religiosa-cultural, prosigue el agasajo al cuerpo por ese trabajo arduo que realizan:

 

Sabemos ir ese día después de la misa a un local, que saben contratar los del sindicato, para festejarnos nosotros. Sabíamos, comer, bailar confraternizar con nuestros mismos compañeros ¿no? Y sabemos reír, bailar con nuestros familiares, sabemos servirnos también, bien bonito… fiesta pura, no todo es trabajar y trabajar (don Plácido, 29.05.2018).

 

Pese a esto, muchos de los entrevistados concuerdan que ya no realizan este tipo de celebración y que se fue perdiendo; además, que ya no existen sindicatos específicos de su rama que organicen este tipo de agasajos. Sin embargo, esta tradición aún la realizan los importadores y exportadores de cuero y materia de industria. En esta ocasión, los artesanos en calzados y reparadores fueron reemplazados por los importadores y comercializadores de calzados. Es así que ellos mantienen esta tradición, pasando prestes e incluso perteneciendo a una asociación folclórica, ya que varios son acogidos por el conjunto de Los Viajeros de La Paz Charaña, convirtiéndose ellos en los máximos importadores de materiales de todo tipo y de línea blanca: “Muchos de nosotros bailamos y nos festejamos el 25 de octubre, pero también bailamos en el Gran Poder y algunas fiestas de esta zona. Hay hartos importadores de cuero aquí, vamos a veladas de San Crispín y Crispiano” (Machicado Juana. 25.19.2019); “Cada año hago bendecir a mi San Crispín y Crispiano, los llevo a la misma, una pequeña procesión en honor al santo, los prestes organizan fiesta, con grupos, comida, cerveza, es nuestro día una vez al año nos festejaremos” (Choque Roxana, 25.10.2019).

 

LA DESVENTAJA PRIMORDIAL DEL RUBRO
El trabajo en la ciudad de La Paz es muy diverso ya que se pueden encontrar distintas profesiones u oficios que la sociedad paceña desempeña. Respecto al oficio que desempeña cada persona, hay dos tipos de ciudadanos que presentan su servicio en general: los independientes, como comerciantes, consultores, taxistas albañiles artesanos, etcétera; los que están regidos por una dependencia laboral, que son adoptados por un trabajo y gozan de muchos beneficios sociales, los cuales son instituidos por la “Ley General del Trabajo”. En ambos casos, como cualquier ciudadano, pueden gozar de beneficios sociales, aparte de seguro de vejez e incluso de seguro médico de manera obligatoria, y de manera optativa y autofinanciada, los independientes laborales. Es importante saber eso, porque la mayoría de los zapateros son considerados independientes laboralmente, muchos de ellos no optan por realizar aportes de seguro de vejez. Esto pasa por muchos factores, uno de ellos es la falta de información que se tiene al respecto, además de la poca difusión; de igual manera, se debe realizar un trámite burocrático de larga duración y eso lleva a una pérdida de interés. Pero, a su vez, lo interesante es que muchos trabajadores independientes que no gozan de seguro médico ni de seguro de vejez optan por abrir una caja de ahorros en los bancos e incluso con una pequeña alianza entre artesano y agente bancario.

A su vez, no solo los zapateros están inmersos, son muchos los artesanos y ciudadanos quienes viven el día a día en nuestra sociedad. Muchos artesanos en calzados, a lo largo de los años, sufrieron este tipo de vulnerabilidad no solo en la salud, porque cabe resaltar que el seguro médico de Salud Universal fue instituido en Bolivia recién desde enero del 2019. Al no haber contado con un seguro médico, ellos son vulnerables a adquirir enfermedades que les dan “los gajes del oficio”. Además, pueden sufrir desórdenes alimenticios y  algunas complicaciones respiratorias que se adquieren en el transcurso de los años por estar expuestos al cuero y demás químicos que alteran el metabolismo de cada artesano. Esto convierte a este oficio en algo sacrificado e incluso muchas veces nocivo para la salud, con resultados a corto o largo plazo, ya que durante muchos años no contaban con un seguro médico, todos los gastos médicos corrían a cargo de ellos mismos, desde los medicamentos hasta las internaciones e intervenciones hospitalarias. Muchos de ellos, al no tener el aporte del seguro de vejez, no cuentan con una jubilación autofinanciada; quizá por ello algunos artesanos aún se ven en la necesidad de continuar trabajando hasta su último suspiro.

 

LA PUBLICIDAD Y EL MARKETING, DE ACUERDO A LA NECESIDAD
Si bien es cierto que muchos negocios necesitaban desde tiempos inmemoriales la difusión de la labor que desempeñaban, siempre hubo esta fusión de las artesanías con las pocas medidas publicitarias que pueden llegar a incorporar para hacer crecer su negocio. Mi abuelo cuenta que varios zapateros deberían hacer realzar su negocio con distintas maneras de publicidad, ofreciendo sus servicios en cualquier momento. Si nos ponemos a revisar los periódicos antiguos de nuestro país, desde 1900 aproximadamente hubo la difusión de este rubro, ofreciendo promociones de temporada y descuentos para que la gente pueda aproximarse a sus tiendas, aprovechando fiestas patronales, etc. De la misma manera, lo hacían mi abuelo y todos los entrevistados; ellos cuentan que realizaban volantes hechos a mano. Cuando tenían un poco más de dinero, lo publicaban en ciertos periódicos y realizaban carteles; pero lo más útil era el diseño de sus propios carteles o letreros. Aun ellos utilizan o conservan estos carteles para llamar la atención de la gente (figuras 9 y 10).

 

 

Figura 9. Publicidad realizada de manera manual. Estos letreros fungían como publicidad
para la atracción de clientes.
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

Figura 10. Publicidad realizada de manera manual. Estos letreros fungían como
publicidad para la atracción de clientes.
Fotografía: Moisés Rodrigo Y. Mendoza (2018)

 

Muchos de los letreros realizados por ellos mismos o con la ayuda de algunos de los familiares eran realizados de hojalata o de algún material similar, que resista la lluvia; se hacían con viñetas, pintura al óleo, todo elaborado de manera propia. Es más, recuerdo que en algunos momentos, siendo yo niño, colaboraba a mi abuelo para realizar estos letreros con viñetas que nosotros mismos elaborábamos y sobre las que después pintábamos. Dichos letreros aún son utilizados por mi abuelo. Otra manera que fortalecía el negocio era la recomendación de las personas. Una persona satisfecha con el trabajo e incluso un buen trato de parte de operarios y del dueño, era garantía no solo para que el cliente regrese, sino para que recomiende a su círculo de amigos. Era lo que precariamente se conocía como el marketing de antaño o la divulgación del servicio.

 

EL HOY DE LOS ZAPATEROS
Muchos de los zapateros reparadores poco a poco se van extinguiendo, es por ese motivo que ya no se los ve con la misma afluencia con la que se los veía antes. En nuestra cotidianidad, se nota la escasez de este oficio. Mi abuelo cuenta  que varios de sus colegas, que fueron parte de los años de oro de la zapatería y después de la reparadora de calzados, ahora son personas mayores de 70 años; algunos continúan con el oficio. También señala que otros lo dejaron por complicaciones de salud e incluso varios que pertenecían a su sindicato ya fallecieron. Personas como mi abuelo y algunos entrevistados aún continúan trabajando en su mismo oficio; sin embargo, ya no lo realizan por necesidad económica, lo hacen por pasar el tiempo o simplemente por la costumbre de trabajo que mantienen. Incluso mi abuelo señala que la ganancia semanal que se obtiene es de 20 bolivianos o menos aproximadamente, y que la mayoría de los entrevistados gana de manera similar. Quizá mucho depende de la ubicación en la que se encuentra cada reparador de calzados. Don Plácido se halla ubicado al lado de un colegio, señala que la ganancia semanal que tiene es de 50 bolivianos más o menos. A su vez, muchos de ellos son beneficiarios de algunos bonos que brinda el Estado, además del seguro de Salud Universal. Estas medidas amortiguan el gasto que tienen en el mes cada uno de ellos.

Mi abuelo sobrepasa los 75 años de edad. A veces, continúa trabajando y realizando pequeños trabajos; saca día a día sus letreros vistosos a modo de hacerse publicidad. Dentro de su taller, que ahora es un pequeño kiosquito, a la derecha de mi abuelo se encuentra muchas veces mi abuela, que dejó la venta de verduras en el mercado para descansar. Es ella la que a veces colabora a mi abuelo o simplemente le hace compañía. En la parte superior, dentro de su taller, se hallan las fotos de mis familiares, un poco más allá de ese sector se encuentra un pequeño frasco de plástico que cumple el rol de florero;  mi abuelo cada dos o tres días cambia de flores, es allí donde está la foto de la mamá de mi abuelo, mi bisabuela, y, a su lado, la foto de Jesús. Estas dos fotografías tienen mucho significado para mi abuelo, porque señala que gracias a la zapatería pudo cumplir muchos de sus sueños: tener una casa, hacer estudiar a todos sus hijos y sacarlos profesionales, además de contar con la ayuda de mi abuela. Asimismo, afirma que gracias a su mamá pudo adquirir la profesión de zapatería, con una recomendación constante. Y que Dios y ella (su mamá) siempre le bendijeron en toda esta etapa de su vida, en poder formar una familia con buenos hábitos, y criar a sus hijos con valentía y con el amor que él pudo otorgarles mediante su profesión.

Es así que detrás de cada profesión existe una historia, un modo de vida e incluso muchos sacrificios. Es por ello que mediante este pequeño ensayo no solo se quiere reflejar la complejidad de adquirir una profesión artesanal, es una manera de rendir honor a los artesanos zapateros mediante mi abuelo. 

 

A MODO DE CONCLUSIÓN
El trabajo de cada artesano llega a ser sacrificado, con muchos altibajos; responde muchas veces a fenómenos históricos, no solamente nacionales sino también internacionales. La zapatería en la ciudad de La Paz tuvo muchos ciclos, entre los años 1950 para adelante. Es evidente señalar que la transformación de este oficio siguió una línea del tiempo en esta ciudad, sufriendo trasformaciones determinantes para su continuidad. De este modo, cada zapatero no solo cumplía un rol en la sociedad paceña, tenía la capacidad de adecuarse a las necesidades de cada bolsillo y de cada gusto. La complejidad para la elaboración de cada calzado se demuestra porque era un trabajo personalizado realizado para cada pie. El aporte histórico que deja cada artesano es vital para entender cómo impactó en algunos años esta economía neoliberal de exportación e importación, además de favorecimiento a las grandes empresas. A su vez, el ingreso de maquinaria inteligente a nuestro país, no solo acabó con el empleo de algunos artesanos, también demostró esta dependencia que necesita el rubro del otro, que la maquinaria no siempre puede reemplazar a la fuerza de trabajo manual, lo cual dio el surgimiento masivo de los reparadores de calzados. A su vez, estas empresas con grandes maquinarias colaboraron para hacer evolucionar el arte del calzar bien, obedeciendo a esta idealización que la sociedad mantenía del vestir y calzar como los de afuera. Asimismo, mejoró la estética de la confección de calzados, ya que se realizan  de todo tamaño, color y modelo; pero no siempre de buena calidad. Los zapateros encontraron el defecto de la mala fabricación de estos calzados en una oportunidad al volverlos un beneficio para sí mismos: mientras las grandes empresas producían de manera masiva y los comercializaban a bajos costos, lo zapateros reparadores daban soluciones a estos mismos calzados masivos, arreglándolos y convirtiendo esto en una astucia del ganar-ganar. El nacimiento masivo de reparadores de calzados no solo abastecía la necesidad de la población paceña, también era una manera de que cada zona paceña tenga más de un reparador en calzado, acaparando este mercado. Lo anterior condujo a una masiva organización sindical en varias zonas de La Paz y a la creación de varios sindicatos de reparadores de calzados en vía pública. De este modo, cada sindicato vela por el interés de las bases que lo han elegido. Por resultado, esto permitió la ascendencia y la visibilización de varios zapateros como actores políticos.

Varios de los zapateros adquirieron el oficio por herencia de algún familiar o persona allegada a la familia, haciendo este ciclo repetitivo por varias veces. Quizá el último ciclo de herencia masiva artesanal en zapatería se vivió en los últimos años de final del siglo XX, por el mismo hecho de que varios hijos de este ciclo conocen o tienen nociones básicas de zapatería y arreglo de calzados; pero no lo ejercen y no viven de eso, pues han visto la necesidad de estudiar una carrera universitaria o de adquirir oficios con mayor rentabilidad económica a la de sus padres. Esta última herencia del trabajo familiar en primer grado quizá se debía a la necesidad de fuerza de trabajo que necesitaba el reparador en calzados; a su vez, al ser familiares de primer grado, muchos de ellos —hijos— no percibían un salario. Muchos de los hijos de los zapateros llegaron a formar una carrera universitaria o a optar por otras profesiones en las cuales pudieran tener una estabilidad no solo económica, también de salud. Esto determinó que a inicios del siglo XXI empiece la extinción de este rubro. A su vez, es por ello que muchos jóvenes no se dedican a este oficio, siendo mayoría las personas mayores de los 40 años.

En la actualidad, no hay personas que elaboren de manera artesanal calzados y podríamos deducir que este oficio ya está extinto. El camino que tomó Bolivia en la elaboración de calzados fue que, desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, se vieron cambios significativos, dando vida a nuevos confeccionistas de calzados de manera masiva en micro y macro empresas que se dedican a su elaboración, juntamente con las importaciones que año tras año crecen en Bolivia. Ante esta modernidad de producción masiva, ocurre una contradicción de codependencia laboral: si hay más calzados en el mercado comercializándose, ¿por qué el reparador de calzados sufre de menos trabajo? Esto se debe a que el mercado se alla acaparado y saturado, por la introducción masiva de calzados que sufren una rebaja en el costo final. Por ejemplo, en Bolivia es común encontrar calzados desde los 20 bolivianos en ferias informales, o calzados a medio uso, hasta llegar a un costo de 1.000 bolivianos por par de calzados, siendo estos de diseñador o de marcas extranjeras. Así, el costo de adquirir un calzado es más económico que hacerlo reparar. Es evidente que en cada zona paceña sea normal encontrar uno o dos reparadores en calzados que pueden acaparar el poco mercado que se tiene.

Por lo anterior, el oficio de los reparadores de calzados se encuentra en decadencia con el riesgo de desaparecer. Es posible que en adelante solo los veamos en fotos antiguas o en algunos museos artesanales. Quedarán los letreros de los zapateros, precarios y ahora solo un bonito recuerdo. Muchos de los zapateros aún conservan sus máquinas de antaño, herramientas del siglo pasado, con esa precariedad que la misma tecnología hace notar. Los reparadores de calzados conservan muchos de sus materiales con los que solían trabajar. Además, conocemos muy poco de este sector artesanal, muchos son los datos que se pueden recolectar sobre este oficio en extinción; la falta de producción e investigación académica a veces dificulta tener datos exactos sobre temas relacionas a este, se carece de una reconstrucción historia de los artesanos o es muy poco abordada. En la actualidad, solo sobresalen algunos aportes periodísticos, que de vez en cuando se dedican a escribir sobre este sector artesanal. Otra dificultad suele ser que muchos artesanos en calzados son muy mayores, haciendo poco posible la recolección de datos testimoniales, por factores de dificultad de encontrarlos y por dificultades de salud que tendrían varios de ellos.

Para finalizar, en este ensayo no solo se desea enfatizar la labor que cumplieron los artesanos en calzados y reparadores, también el aporte de elementos que tuvieron los artesanos en calzados para la ciudad de La Paz. Con esto se intenta reflejar este oficio visible, pero poco reconocido, ya que detrás de cada abogado bien vestido o de cada señora de pollera e incluso de cada estudiante que se formó, está ahí de por medio un zapatero que confeccionaba sus calzados o uno que se los arreglaba y que así lo fue haciendo día a tras día y año tras año. Por este motivo, se enaltece el oficio que ellos realizaron y algunos continúan realizando. Además, resaltan los grandes aportes culturales que dieron a lo largo de los años, el cumplimiento de su trabajo y la herencia de conocimiento a lo largo de estos años. En este ensayo, se les da el título de Doctor honoris causa por su labor realizada a la sociedad, a cada uno de ellos, y en especial a mi abuelito.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Lista de entrevistados

Mendoza Mollericona Julián (mi abuelo), Zapatero, 31.05.2018, Villa Copacabana.

Canqui Ticona Reynaldo , zapatero , 28.05.2018, Miraflores centro.

Quispe Huanca Santos, zapatero, 29.05.2018, Alto Obrajes.

Mamani Bravo Placido , zapatero, 28.05.2018, Villa Armonía.

Tintaya Rogelio Silvio, zapatero, 28.05.2018, Garita de Lima.

Vila Alanoca Emeterio Roger, zapatero, 26.05.2018, Villa Armonía.

Apaza Condori Roberto, zapatero, 24.02.2019, San Pedro.

Pinto Rivera Juan, zapatero, 24.02.2019, Rodríguez.

Zegarra Víctor Hugo, zapatero, 24.02.2019, Gran Poder.

Don Santos, zapatero, 24.02.2019, Gran Poder.

Machicado Mamani Juana, Preste de San Crispín y Crispiano (2018 -2019), 25.10.2019, Garita de Lima.

Choque Roxana, importadora de calzados, 25.10.2019, Garita de Lima.

 

Fecha de publicación: 5 de junio de 2020


[1] Estudiante de la carrera de Sociología, Lic. en Marketing y Publicidad, Universidad San Francisco de Asís (USFA), con una especialidad en estudios de mercado.  Correo: Rodrii012angelo@gmail.comEnsayo final para la materia “Lenguaje y redacción básica”, Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Sociología, gestión 2018-1. Aquí, se presenta una versión ampliada del trabajo presentado originalmente.

[2] Las llauchas son empanadas de queso, típicas de la ciudad de La Paz. Se acostumbra normalmente a consumirlas en las mañanas.

[3] En la expresión de los zapateros, se suele eliminar la “n”.

[4] La carnaza es el pellejo que cubre a los animales, capa interna de los animales que se encuentra normalmente en los cueros de material usados por la industria.

[5] La horma es una pieza de madera que imita las dimensiones y el perfil de un pie humano; la horma era utilizada por los zapateros en la confección del zapato. Servía para tomar la medida a las piezas de piel que debían ser cortadas y coserlas sobre ella, respetando la forma del calzado.

[6] ‘Suela’ es la parte principal del zapato; por lo general, está conformada por un material más resistente que el zapato en sí.

[7] El preparador era un pilar importante en el taller del artesano en calzados, normalmente lo hacía una persona con muchos años de actividad en ese rubro. Incluso mi abuelo cuenta que muchas veces había personas que se dedicaban a preparar calzados y que incluso ganaban muy bien. Esta tarea cobraba esta importancia porque era casi la parte final de elaboración del calzado y el paso determinante.

[8] La empresa bolivianaoliviana más importante de la fabricación de caldos a nivel nacional.

[9] Es un ritual andino y el acto de reciprocidad a la Pachamama. Es como una bendición que se hace para la casa, el auto, para el comercio o la oficina, etc.

[10] Ceremonia de reciprocidad a la Pachamama que se basa en el acto de regar a tierra u otro bien con alcohol y elementos simbólicos.