Textos de interés - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

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Presentación de la revista Temas Sociales 46[1]

David Llanos Layme[2] 

Estimada audiencia. Absolutamente todos estamos en una situación muy difícil frente a la “crisis sanitaria”. Día, que pasa (cuando no horas), la incertidumbre social y sanitaria se apodera de la sociedad por falta de políticas claras del Estado boliviano para enfrentar esta “crisis”. A la universidad nos queda reflexionar sobre estos y otros temas. Este coloquio virtual justamente trata sobre “Las ciencias sociales y el coronavirus: nuevos temas, nuevos desafíos”. Para mí es un placer hacer la presentación de la revista Temas Sociales 46, como el órgano académico oficial de la carrera de Sociología.

Estoy pensando que la lectura tiene que ayudarnos a sobrellevar esta “crisis social y sanitaria”. No dejemos que la crisis nos cause soledad y depresión, que amenazan nuestras defensas. El IDIS y Temas Sociales nos abren este espacio de interacción académica; no solo este “coloquio virtual”; al mismo tiempo, nos invita a todos los colegas y compañeros estudiantes a que escribamos un artículo científico para el siguiente número, presentemos nuestros avances de investigación o reseña de un libro que nos haya acompañado durante este encierro domiciliario.

Estoy seguro de que Temas Sociales 46 contribuirá a la reflexión y deliberaciones académicas de muchos investigadores e investigadoras, en la medida que hay temas diversos. Además, el IDIS se caracteriza por respetar la pluralidad de ideas en su quehacer académico. Sin más preámbulos, voy a presentar y ofrecer mi comentario acerca de los artículos publicados en este número.

Sección “Investigación”

Uno de los artículos publicados corresponde al tema “Transportando coca y poder: las chhakas en la construcción territorial del Trópico de Cochabamba (Bolivia)”, de Oliver Alvarado Choque. El artículo trata sobre el rol de las mujeres en la comercialización de la hoja de coca y la lucha por la construcción del territorio en la región del Chapare, correspondiente a los años 1985-2005[3]. En los años setenta y parte de los ochenta del siglo XX, el Chapare cochabambino tuvo décadas doradas del denominado “boom” de la coca. El autor focaliza en este artículo el periodo neoliberal, en mi opinión, por dos razones: 1ro, porque esas décadas (1985 y 2005) han sido épocas críticas para los actores sociales chapareños. De por medio está la aprobación de la Ley 1008 en 1988, hasta el cato de coca aprobado el 2004. 2do, el autor señala que la literatura se dedicó a estudiar más al sindicato y al Estado, y “…descuidó (…) a las chhakas como actores relevantes en la construcción territorial en el TC” (p. 13)[4]. En uno de los últimos estudios, se muestra que Trópico de Cochabamba tiene más de 100 centrales y más de mil sindicatos (Cfr. con Llanos et al., 2019: 356-357). Según Alvarado, cada una de las Centrales Campesinas de las seis Federaciones tiene su propia Organización de Mujeres Comercializadoras de Hoja de Coca. Estas mujeres son afiliadas a la Central campesina: a) Por un lado, son militantes de la Central campesina; que declaran “la libre comercialización de la hoja de coca” y “defensa del mercado primario” (p. 13). b) Por otro lado, a la cabeza de la Central ejercen “poder y autoridad”, al mismo tiempo “dominación y resistencia”. Estas mujeres tienen voz y voto en las instancias de decisión sindical. Al mismo tiempo, el sindicalismo depende en parte, de lo que recauda la Central por impuesto de la venta de coca, que está en manos de estas mujeres.

Según Alvarado, las mujeres chhakas mantienen el control del mercado primario fuera del “control del Estado” (p. 20). Ellas pagan impuesto de 5 Bs./paquete (p. 22) al “aduanero” (p. 23). El “aduanero es elegido por la Central y rinde cuentas cada fin de mes a la Central Campesina. Es decir, tanto las chhakas como el “aduanero” son dependientes de cada una de las centrales campesinas. Si las chhakas evaden pagar impuestos, son sancionadas por su ente matriz. Según este estudio, en el Chapare, cada Central sindical tiene su “calabozo”. Es llamativo lo que observa el autor; que en el caso de Albanta, el calabozo esté en una de las esquinas del mercado primario (p. 23). En otros casos está en la sede de la Central. Si un afiliado infringe la norma sindical, es conducido al calabozo sindical. Una vez observé a un ex dirigente conducido a la celda. Y el infractor con orgullo decía: “ya me va sacar mi cajera” (la cajera es su esposa). Aquí se aprecian las bases del poder, dominación y resistencia del sindicalismo chapareño; que es la base de la fortaleza sindical.

Según el autor, las chhakas no solo comercializan la hoja de coca, pagan impuestos sindicales; sino que se constituyen en “pequeños bancos de la localidad” (p. 22) que financian las necesidades urgentes de los productores. Una vez que los deudores cosechan su cocal, las chhakas cobran la deuda en especie (concerniente en paquetes de coca). Aquí se expresa otra vez la hipótesis de M. L. Lagos (1997) en Autonomía y poder, que las formas de explotación del campesinado se originan en la esfera de la producción, y no solo en la esfera de la comercialización. La deuda adelantada permite cobrar en coca. Para Alvarado, la participación de las chhakas en la vida social, económica y política ha permitido construir y controlar el territorio; que es el otro tema que amerita comentar.

En el segundo artículo, “‘Nuevos lazos’ entre la asociación de residentes y el sindicato agrario de Cairoma (El Alto)”, Gumercindo Flores analiza los vínculos sociales de las asociaciones de residentes provincianos que viven en las ciudades con la sociedad de origen. El ensayo argumenta que existe cierta continuidad de vínculos entre el campo y la ciudad basado en un estudio de caso de residentes de Cairoma (provincia Loayza), que radican en las ciudades de La Paz y El Alto. Flores señala que los residentes tienen el propósito de mantener vínculos estables con el objetivo de “retener los derechos sobre la tierra, vivienda y la participación en la feria local” de Cairoma (p. 34, 62). Según el autor, los factores de arraigo siguen siendo razones económicas, como se apuntó líneas arriba. Los comunarios exigen que los migrantes cumplan con los deberes comunales, si los residentes pretenden retener sus derechos sobre la tierra, al igual que los comunarios que asumen sus responsabilidades de manera religiosa.

Para comprender este nuevo fenómeno de arraigo de los migrantes en el lugar de origen; el autor explora conceptos sobre la nueva ruralidad de teorías latinoamericanas como: “agricultura a tiempo parcial”, “pluriactividad”, “agrocomerciante” (Kay 2009). Se intenta argumentar que los residentes se mantienen como “agricultores a tiempo parcial”. Sobre estos temas, efectivamente hay estudios que lanzan hipótesis de trabajo, por ejemplo, el de “cambios en la estructura agraria”, que plantea que las sociedades campesinas están evolucionando; por un lado: a) produciendo cada vez productos mercantiles y reduciendo su producción para el autoconsumo; b) participan cada vez más en el mercado comprando productos e insumos; c) por otro, los jóvenes rurales buscan trabajo de preferencia pagado en moneda, que continuar como mano de obra doméstica (Berstein, 1992). Estos temas son actuales y ameritan ser indagados desde una perspectiva sociológica.

De allí viene la pregunta para indagar, en contraste a décadas pasadas: ¿qué porcentaje y volúmenes produce hoy el campesino para su consumo propio? ¿qué porcentaje produce para el mercado?, etc. Quiérase o no, en Bolivia existe un proceso lento de diversificación productiva. No es como piensan muchos que vivimos solo de la renta petrolera. Por ejemplo, en el pasado, la quinua solo se producía para el autoconsumo de los productores directos. Habría que preguntarse hoy, sobre el porcentaje de producción global de quinua por U.E. que destinan al mercado (véase Durán, 2019).

En resumen, este ensayo provoca mayor indagación sociológica. En la década de los años setenta y ochenta del siglo pasado, los residentes han jugado un rol importante en la canalización de recursos tanto del Estado como recursos generados por los mismos residentes en las ciudades. Y estos recursos fueron canalizados en beneficio de los lugares de origen (Albó et al., 1981). En la década de los años noventa la Ley de Participación Popular 1551 eventualmente ha diluido los lazos entre los residentes y la gente que vive en el lugar de origen (Llanos, 1999), porque hoy los municipios están a la vuelta de la esquina de las comunidades rurales para canalizar sus demandas ante el Estado local. De ahí nace la idea y una suerte del “no-reconocimiento” (Bourdieu, 1991) del aporte de los residentes en las comunidades rurales. En muchos casos, los comunarios promueven el desconocimiento de los derechos de sus hijos residentes. Pretenden obligar que, los residentes cumplan con los cargos, las cuotas sindicales y los trabajos comunales, al igual que un comunario. De no ser así, los comunarios entran a la lógica del “no-reconocimiento” de su propia situación. Sin embargo, los hijos de los comunarios, cuando no ellos mismos, están con un pie en la ciudad; muchas veces producto de una educación urbanizante; una educación NO para desarrollar actividades en el campo, sino en las ciudades. Los residentes también entran a esa lógica del “no-reconocimiento” del cumplimiento de obligaciones para preservar sus derechos. Confían muchas veces en su hermano menor que va estar cuidando su tierra, porque es su hermano de sangre. No dan cuenta de que la esposa y los hijos son otros. Ellos no van a estar cuidando gustosos de manera silenciosa, sino que van a reconocer todo el predio familiar como suyo, porque ellos son los que están pasando cargos y cumpliendo obligaciones comunales sobre todo el predio familiar.

Flores concluye que los residentes han logrado un acuerdo subordinado con el sindicato agrario con su acertada intervención en el municipio rural de Cairoma en defensa de la sede. El autor señala que los residentes no tienen poder de decisión. Sin embargo, en mi opinión, considero que los residentes tienen más que ganar que perder. El mismo autor entre líneas señala que los residentes han logrado, con la defensa de la sede municipal, el derecho de participar para concejalías y otros cargos públicos. Este dato para mí, es el nudo central del por qué los residentes pretenden preservar los vínculos con el lugar de origen. Es decir, los residentes no solo mantienen vínculos por preservar la tierra, la casa; sino, sobre todo, mantener la vigencia de los “derechos políticos” en el lugar de origen. En algunas tesis de Sociología ya vislumbraba hace años atrás que los residentes y/o migrantes que practican doble residencia ya asumían cargos políticos en representación de las secciones municipales (Huchani, 2011). En otros casos, los residentes se constituyen en operadores políticos, asumiendo cargos electivos y/o nominados por los mismos alcaldes municipales. En este caso, sería elemental hacer estudios de casos de estos grupos de poder local. Este ensayo no aclara estas realidades. Pero también hay la probabilidad de que los comunarios establecidos asuman estas responsabilidades. Este ensayo deja más dudas: ¿quiénes son los que participan en la feria de Cairoma en términos de actores sociales? ¿Los comerciantes mayoristas son comunarios o tal vez hay presencia, al menos, de migrantes de doble residencia? En este ensayo, por ejemplo, no se menciona qué pasa con los productores de papa tanto de Cairoma como de Araca, esta última, en mi opinión, una región representativa en ese rubro de producción. Tal vez los residentes controlan las esferas de comercialización de la papa. Y, esta sea la razón de por qué los residentes pretenden mantener la vigencia de sus derechos políticos en el lugar de origen. Desde los espacios políticos, los residentes tendrán oportunidades de incidir y tomar decisiones a favor del grupo. Todo esto, simplemente lo lanzo como preguntas e hipótesis de trabajo.

El tercer artículo publicado en este número corresponde a Flavio Salgado Bustillos, que titula “Capitalismo rentístico, revolución bolivariana y la crisis del imaginario de clase media venezolana”. Este artículo analiza la compleja relación entre las “políticas públicas y la clase media venezolana”. El autor concluye que los programas sociales de subsidio y mejoramiento salarial sostenido en Venezuela durante la revolución bolivariana fueron gracias a los altos precios internacionales de petróleo. Aparentemente en Venezuela los petrodólares generaban la “revolución del consumo”. El artículo menciona que Venezuela, desde fines del siglo XX (1999), ha transitado de un “modelo agroexportador al capitalismo rentístico” (p. 74). No hay datos de dicho modelo agroexportador. Además, el autor señala que, en 1999, el 57,2% de la población venezolana estaba en “pobreza total”. De ahí que, en la Constitución Política del Estado venezolano en 1999 toma en cuenta tres aspectos centrales de los derechos de la ciudadanía: a) la universalidad de los ‘derechos sociales’; b) la búsqueda de equidad, estado de derecho y justicia social; y c) la construcción del modelo de ‘democracia participativa’ (p. 77). A los sectores pobres se les ha financiado el 100% de los costos de vivienda, mientras que a la gente con más de cuatro salarios mínimos el 50% (p. 79). Más datos: el gobierno de Chávez, en 13 años, recibió un ingreso de 883.089 millones de dólares. Y de esta cifra, más del 62% (551.639 millones) se destinó al “gasto social” (p. 67). El autor retrata testimonios según los cuales la clase media vivía en esos tiempos como oligarca. Hoy esa clase media vive al día o vuelve a su antigua posición de clase. Salgado argumenta que, en América Latina, la clase media es la más vulnerable porque depende del salario. El autor afirma que el Estado venezolano desde  los años 20 del siglo XX dependía de la renta petrolera y no ha logrado desarrollar economías no petroleras.

La pregunta que salta a la vista es: ¿en qué momento Venezuela tuvo un modelo exitoso de desarrollo agroexportador, si desde 1920, este país ya era dependiente de la renta petrolera? El autor da a entender que la economía petrolera habría obstruido un modelo agroexportador virtuoso. El autor solo deja entender que el análisis integral estará tratado en su tesis de doctorado de una Universidad Alberto Hurtado de Chile (p. 67). Queda pendiente para una mayor explicación y reflexión al respecto.

Considero que este artículo es pertinente, porque abre al debate sobre temas de modelos de desarrollo en los países latinoamericanos. El artículo nos está anunciando no depender de modelos de desarrollo dependientes de los vaivenes de los precios internacionales. Muchos dirán que en Bolivia dependemos de las exportaciones de gas, etc. Es más, en las arengas de la derecha boliviana siempre está presente que Bolivia va terminar como Venezuela; pero, ¿no explican el por qué? No hay un análisis serio. Este artículo despejará dudas al respecto. Entre tanto, según Salgado, Venezuela solo se ha dedicado explotar petróleo más petróleo y nada más. Claro que es horroroso ver a un país donde escasea hasta el papel higiénico. En Bolivia, al menos eso no ocurre; hay una variedad de productos: hay minerales (hay estaño, hay oro; otros dirán que el oro no genera grandes ingresos al TGN); pero hay quinua, hay ganadería en tierras altas y bajas, hay soya (aunque otros dirán que no es alimento), hay pequeños vestigios de producción de miel –en estos tiempos de crisis sanitaria, la miel se ha convertido en un producto necesario–, hay coca que demandan en el norte argentino, etc. Es un poco difícil que todo esto se vaya al pique al mismo tiempo como en Venezuela. Además, cada uno de estos productos tiene una dinámica económica diferente; unos más vinculados al mercado externo que otros.

En resumen, la publicación de este artículo, en mi opinión, apunta a desvirtuar un par de dudas más: a) que las políticas públicas del Estado no deben sostenerse sólo en la explotación de hidrocarburos (EEUU toma decisiones, la economía China se ralentiza y países árabes aumentan el volumen de producción de hidrocarburos y, ya fuimos); sino que hay que seguir apostando por diversificar nuestra economía, por más pequeña que sea. Si caen los precios del petróleo, al menos tendremos esperanzas de que la economía del país tenga suficiente capacidad de sostenerse a mediano plazo. b) Este artículo es una interpelación a la clase media en general, que es dependiente del salario. ¿Qué más sabe hacer la clase media al margen de ganar su salario?, es otro tema de análisis. Finalmente considero que este artículo forma parte de las políticas del IDIS, de mantener la pluralidad de ideas, de reflexiones y mirar un poco más allá de nuestras fronteras. Además, desvirtúa aquellas ideas que circulan en la carrera, entre los pasillos, de que estamos encasillados en cuestiones micro, lo aldeano y todo ese discurso que disfraza la quietud de algunos colegas y también egresados.

El cuarto artículo de la sección investigación, escrito por Alex Ojeda (sociólogo) y Valeria Peredo (antropóloga), titula “Convergencia entre desinformación política y social en el conflicto electoral de 2019 en Bolivia”. El objetivo de este artículo fue el de “analizar las tendencias en producción y circulación de desinformación alrededor del conflicto en torno a las elecciones en Bolivia de 2019” (p. 98). Como metodología, los autores analizaron 336 noticias falsas recolectadas y “verificadas” por “chequea Bolivia”. De entrada en las redes, los autores advierten mayor presencia de “desinformación deliberada y noticias falsas por parte de los actores políticos” (p. 99). De ahí se genera la idea, en la ciudadanía, de que en general “los medios” se dedican a la tarea de “desinformar”; que hoy por hoy está en debate nuevamente un viejo tema acerca del rol de los medios, no solo en tiempos electorales, sino en tiempos de “crisis sanitaria”. Un dato importante: en Bolivia el 67,5% de la población mayor a 18 años es internauta (cfr. con la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación, AGETIC, 2018: 17). De ahí la preocupación de los actores políticos de buscar espacios de incidencia en la población votante que se mueve en las redes.

Este artículo, a diferencia de otros en este campo, al menos muestra una cantidad de material de noticias que circulan en internet. No son temas que se trabajan en sociología; pero, al menos en términos temáticos, valdría la pena considerar. Considero que es importante tomar en cuenta las bases reales en el análisis de la información que circula en las redes. Parafraseando a los autores, los medios digitales están acentuándose en el campo político y social; tanto de manera positiva como negativa. Como acción negativa, la desinformación por intermedio de los medios digitales puede empujarnos a una mayor degradación y perversión de la democracia, que, por cierto, ya está desgastada. Y para comprender mejor el rol de las redes digitales, hace falta un análisis mucho más serio. Hay bastantes tesistas de la carrera que se fascinan en comprender el rol de las redes. Allí tienen material para considerar y fundamentar la seriedad de sus propuestas de investigación

Sección “Avances”

El “Avance del estado de la investigación sobre obesidad y sobrepeso: una revisión crítica y socio-antropológica”, de Alejandro Barrientos y Mariela Silva (ambos antropólogos) parte del precepto de que “Las investigaciones científicas sobre obesidad y sobrepeso se han reducido a enfoques estadísticos y biomédicos”. El enfoque que ofrecen los autores parte de la perspectiva socio-crítica. Analizan el tema de la relación del cuerpo ideal (o la tiranía de la esbeltez) y la gord@fobia, vinculados a los procesos de discriminación cultural, institucional y social. Allí tenemos un material importante en términos de construcción del estado del conocimiento sobre el campo de la sociología de la alimentación y temas afines. Los autores han revisado más de 60 referencias bibliográficas que son muy útiles en este campo.

El segundo artículo, un ensayo, corresponde al tema de “Cambios en la política exterior de Turquía hacia Oriente Medio post-“Primavera Árabe”, de Álvaro Montenegro Pinto. Este avance realiza un balance de las transformaciones y cambios en la política exterior de Turquía, de una política exterior heredada del imperio Otomano: la de “proteger la paz y la integridad territorial permaneciendo en las fronteras nacionales” a una política más liberal. Esta nueva política exterior del Estado turco fue planteada una vez que asumió el poder el Partido Justicia y Desarrollo. De hecho, Turquía y los países árabes siempre han estado en el fuego cruzado entre EEUU y Rusia. Este avance brinda bastante información al respecto.

Sección “Reseñas”

Finalmente, está la sección de reseñas. En las reseñas, según la política editorial del IDIS, primero se plantean una descripción de la obra; las principales tesis o argumentos, enfoques teóricos, contenidos, etc. de la obra leída; luego se procede con un análisis crítico del texto leído. Adicionalmente en este caso es valedero identificar de manera provisoria tentativas de nuevas preguntas y/o objetivos de futuras investigaciones.

Para cerrar

A manera de síntesis, considero que la Revista Temas Sociales 46 es una contribución sustancial para comprender los problemas sociales actuales: temas de organización sindical, la relación entre el campo y la ciudad, modelos de desarrollo de Estados latinoamericanos, el problema de las redes sociales y la responsabilidad informativa, temas vinculados con la sociología de la alimentación, hasta las transformaciones de las relaciones internacionales en el viejo continente. Por lo demás, como sociólogas y sociólogos de la Carrera de Sociología de la UMSA, debemos celebrar la producción institucional como contribución al desarrollo de la sociedad y el Estado. Y, para terminar, permítanme agradecer y saludar tod@s los profesores y profesoras, estudiantes y administrativos de la Carrera de Sociología; a mis amig@s chariños, mi familia en la ciudad de El Alto, los extraño a tod@s en este ‘encierro domiciliario’. Uj p’unchaykama kachu wawqipanaykuna. Jikisiñkama jilatanaka, kullakanaka. Pachi.

BIBLIOGRAFÍA

Albó, Xavier, Tomás Greaves y Godofredo Sandoval (1981). Chukiyawu. La cara aymara de La Paz. I. El paso a la ciudad. La Paz: CIPCA.

Bourdieu, Pierre (1980/1991). El sentido práctico. Madrid-España, Taurus Humanidades.

Durán, Tania (2019). “Quinua export. Producto milenario, mercado e instituciones en el altiplano boliviano”. Temas Sociales 45, 10-35.

Huchani, Mariela (2011). “Vigilar al vigilante”. Central campesina, política local y control social en el municipio de Cairoma, provincia Loayza 1994-2009. [Tesis de licenciatura en Sociología]. Universidad Mayor de San Andrés, La Paz.

Lagos, María (1997). Autonomía y poder. Dinámica de clase y cultura en Cochabamba. La Paz, Plural Editores.

Llanos, David (1999). “Migracion y sistema productivo en una comunidad altoandina: Un ensayo sobre la problemática migratoria vista desde el lugar de origen”. En Colegio de Sociólogos de Bolivia, Sociólogos en el umbral del Siglo XXI. La Paz: Plural Editores.

Llanos, David (2019). “Chapare en tiempos de cato de coca”. En Alison Spedding, Bernardo Huanca y David Llanos, Kawsachun coca. Economía campesina cocalera de los Yungas y el Chapare, 3.ª ed. La Paz: Fundación PIEB/Mama Huaco.

 

 

[1] Discurso de presentación de la revista Temas Sociales en el marco del Coloquio “Las ciencias sociales y el coronavirus: nuevos temas, nuevos desafíos”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre” (IDIS), de la Carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz. Puede accederse a la versión de esta presentación en el link Textos de interés de la página web del IDIS (www.umsa.bo/web/idis)

[2] Licenciado en Sociología, Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Posgrado en “Gestión de Investigación Científica y Tecnológica” - UMSA. Docente titular de la Carrera de Sociología de la UMSA.  E-mail: dtllanos31@gmail.com

[3]. Chhaka. En términos populares es una “hormiga que corta y transporta hojas de coca”, implica también “habilidades femeninas” en el transporte de la hoja de coca; hasta “formas de zafar el control estatal” (p. 19).

[4]. Según el autor, el sindicato se constituye en el actor central en “apertura de sendas, la construcción de servicios básicos y el ejercicio de justicia”. En la época neoliberal, “el sindicato encabezó la lucha y resistencia contra las políticas de erradicación y sustitución de cultivos de coca impulsadas por los diferentes gobiernos de turno” (Cfr. con Olivera 2020: 11).