Pilar Álvarez Chacón - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

#SociologíaUMSAescribe

 

En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

AUTORES

GESTIONES

ERA ESTADISTA, NO ENFERMERA[1]

Pilar Álvarez Chacón[2]

 

Mi familia está compuesta por varios miembros: mi madre, mis dos hermanos, mis dos hermanas y yo. En esta ocasión, me gustaría referirme a una de mis hermanas en específico, a Roxana[3]. Ella siempre ha sido una mujer de carácter fuerte, trabajadora y también muy inteligente, siempre haciendo gala de su madurez y su personalidad resiliente; evidentemente, esto es motivo de admiración y respeto para mí. Hace varios meses, se fue de viaje a la localidad de Supipata, ubicada en la provincia Yancarachi del departamento de La Paz. Fue allí con la misión de realizar la práctica profesional –el año de provincia- que es requisito para culminar sus estudios. Ya que estudió Estadística en Salud, la destinaron a ella y a dos de sus compañeros a un hospital de la localidad durante el lapso de seis meses.

El recinto al que se dirigió aún funcionaba como centro de salud, así que ella decidió que el objetivo de su proyecto final fuera realizar todo el papeleo correspondiente para que esas instalaciones funcionasen como un hospital. Esta tarea no fue nada fácil, no solo por el nivel de dificultad de su proyecto sino también por otros factores como los pocos meses de embarazo que tenía. Ella tuvo que enfrentarse a esta situación en soledad. Además, sus dos compañeros se metían en problemas constantemente y el director del hospital era una persona muy difícil de tratar y también muy machista.

Como lo había mencionado, cuando mi hermana ingresó a sus prácticas, ella tenía cinco meses de embarazo; sin embargo, en ese hospital trabajaba noches enteras sin dormir. Para ella, se convirtió casi en un hábito salir a altas horas de la noche –como a la una a las dos o a las tres de la madrugada– de la habitación que rentaba, esto debido a casos de pacientes que acudían al centro de salud con suma urgencia. Cabe aclarar que ella no quiso internarse con el resto de los practicantes porque pensó que los malestares de su embarazo podrían molestar a sus compañeros. También hay que aclarar que ella era estadista, no enfermera, no había razón alguna por la que ella debía estar presente en un caso de emergencia. No obstante, la obligaban a presentarse porque supuestamente tenía que recepcionar al instante toda la documentación de los pacientes.

Asimismo, ella tuvo que enfrentarse a la soledad y al estrés. Podría decirse que tuvo un embarazo bastante agitado. Si bien con nuestra familia la visitábamos cuando podíamos, mi hermana pasó la mayor parte del tiempo sola y muy ocupada. Me resulta sorprendente cómo pudo lidiar con todo. Realmente nos preocupamos mucho por su salud, pero ella insistía en no dejar de lado –temporalmente– sus estudios.

Otra de sus mayores preocupaciones durante su estancia en Yancarachi fueron sus dos compañeros, que poco ayudaban en las tareas que debían de cumplirse dentro del centro de salud. Según nos relataron mi hermana y algunos funcionarios del hospital, estas personas solían consumir bebidas alcohólicas y perder el tiempo con asuntos totalmente banales; por lo tanto, descuidaban y dejaban de lado sus funciones con frecuencia. Como resultado, mi hermana debía de cumplir con casi todas las tareas que le eran encomendadas. Sumado a esto, ambos colegas intentaron robarle el informe de su proyecto final, puesto que ellos no habían logrado concluirlo con éxito. En un principio, se lo pidieron descaradamente y, ante su negativa, quisieron hurtarlo. Al final del periodo de práctica, los evaluaron y obviamente el resultado fue desalentador para los dos, que al final reprobaron.

Por último, los más grandes obstáculos que mi hermana tuvo que atravesar llegaron de la mano del director del hospital, que era un hombre muy machista. Él pensaba que una mujer solo podía ser enfermera y no estadista, porque “las mujeres solo sirven para atender nomás”. Desde la llegada de mi hermana al centro de salud, él se opuso a que ella trabajara allí porque estaba embarazada; de alguna manera, pensó que ella los iba a perjudicar. Realmente puso varias trabas en su camino: retrasó bastante la entrega del material correspondiente para que ella hiciera su trabajo; le negó en varias ocasiones el ingreso a al cuarto de registro –donde se hallaban todos los documentos de los pacientes–; no atendió a tiempo las necesidades del hospital, y, las veces que mi hermana solicitaba hablar con él acerca del avance de su proyecto, él desaparecía. El director del hospital daba, a la vez, cierta preferencia a los compañeros de mi hermana. Sin embargo, cuando llegó el momento de la evaluación, se mostró sorprendido por el rendimiento, tanto por el de mi hermana como por el de sus dos compañeros.

Roxana tuvo que lidiar con varios problemas, pero aún entre el machismo de su ‘superior’, la poca eficacia de sus compañeros y otros obstáculos más, ella logró su cometido e hizo un buen trabajo. Hoy en día, mi hermana es una excelente profesional y una amorosa madre, quien, como siempre continúa, trabajando ardua y empeñosamente. Me gustaría concluir con la idea de que, si bien nunca hubo una confrontación ni se tomó la molestia de responderles, ella les plantó cara a todos con trabajo arduo y honesto, demostrando ser más eficaz, más profesional y más hábil que muchos otros.

 

Fecha de publicación: 5 de agosto de 2022


[1] Este trabajo fue presentado el año 2021 para la materia “Lenguaje y Redacción Básica”, en la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

[2] Estudiante de primer semestre de la carrera de Sociología, UMSA.

[3] En este trabajo, se han sustituido nombres de la localidad y la provinicia así como el de la hermana de la autora.