María Vitaliana Villanueva Zotéz - Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”

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En este espacio se difunden trabajos de los estudiantes de Sociología de la UMSA que tienen un componente de investigación, con el propósito de alentar el desarrollo de habilidades de escritura en la idea de que esta práctica está íntimamente relacionada con el pensamiento crítico y creativo.

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LAS DECISIONES DE UNA MUJER[1]

María Vitaliana Villanueva Zotéz[2]

 

 

Un día, leyendo los títulos de propiedad de la herencia de mis abuelos maternos, pude notar que mi abuela María, a la que no conocí, figuraba en todas las escrituras. Comencé a investigar acerca de ella y descubrí que trató, siempre, de resguardar sus derechos e imponer su modo de pensar frente a sus padres y esposo –mi abuelo–. Soy nieta de una mujer que nació en el Norte de Potosí, el año 1913, y que, gracias a la educación que recibió, logró preservar su derecho propietario, aun cuando éste no era “legítimo” para las mujeres en nuestro país: preservó la herencia de sus padres, incluso después de casarse. Decidió que su familia cambie de residencia buscando un futuro mejor para sus hijos. Dejó todo atrás y emprendió el viaje que cambiaría el destino de sus descendientes.

María Guadalupe nació en Acasio[3], pueblo ubicado al Norte de Potosí, un valle situado en medio de las montañas, de clima templado, cielo azul y apacible silencio. Mi abuelo contaba que era una población pequeña, en el pueblo vivían solo los dueños de las tierras y sus familias. Por los alrededores, estaban las haciendas donde habitaba el mayor número de personas en el pueblo. Ella fue la hija mayor de tres hermanas, la única que culminó sus estudios hasta el bachillerato. Asistió a la escuela de misioneros ingleses donde, por norma, tenían uniforme. Estudiaban religión e incluso idiomas.

A María le gustaba viajar, visitaba regularmente La Paz. Por la distancia, el viaje debía hacerse a través de varios medios de transporte y con escalas durante el recorrido. Sin embargo, ella hacía esos viajes con inmensa emoción: partía del pueblo a pie y un burro llevaba la carga pesada de su equipaje hasta la Estación Higuerani[4], donde abordaba el tren rumbo a Cochabamba para luego embarcarse a La Paz. Después de todo, el recorrido era complicado. Imagino que no era un viaje que hacía sola; pero hoy nadie tiene detalles precisos que describan ese andar, sólo cuentan lo mucho que le gustaba ir a La Paz, uno de sus destinos favoritos. 

Después de recibir la herencia de sus padres, conformó un patrimonio con la herencia de mi abuelo. María Guadalupe cuidó que cada escritura de su propiedad esté registrada con su nombre –cuando era soltera– e incluía el oficio de costurera. Asimismo, ella cuidaba que en las escrituras de propiedad figuren “los que vinieren” refiriéndose a los hijos que aún no habían nacido. Es así que, a medida que la familia iba creciendo, aparecían uno a uno los cuatro hijos que tuvo, según el orden de nacimiento. Finalmente, pienso en la verdadera posibilidad que tenían las mujeres de ejercer plenamente sus derechos; puesto que, si bien cuidaba a detalle el contenido de las escrituras y utilizaba la palabra escrita para preservar su patrimonio, ella firmaba “María de”, como pude ver al conocer su letra en una de las escrituras que aún conserva mi mamá. Desconozco la razón, imagino que era el estilo de la época, mandato, e incluso tal vez lo hacía en plena consciencia y decisión de su rol de esposa. Es posible –también– que haya sido el único modo establecido para asegurar la validez de esos documentos y lograr que se cumpla su voluntad. 

Cuando leo escrituras de la época, manuscritas a tinta y en papeles que reflejan el paso del tiempo, es difícil imaginar que las mujeres carecían de algo fundamental en ese tiempo: el derecho al voto, y que el rol de madres estaba ya predestinado. Por otra parte, saber qué pasaba por la mente de María Guadalupe en relación al futuro de su familia es algo sobre lo que no puedo responder, sólo imagino que al ser madre buscaba lo que ella consideraba mejor para sus hijos. Se ocupó de ellos plenamente mientras vivió; mi mamá recuerda que pasaban tardes juntas tejiendo y ella le hablaba de derechos ciudadanos que debía ejercer –que ya tenían los bolivianos–, todo esto después de 1952. En fin, era un tiempo de cambio para todos en el país, también para ella y para toda la familia. 

No conocí a la abuela sobre quien escribo ahora, pero siempre ha estado presente en mi vida. Llevo mi primer nombre en su honor, de pronto siento una inmensa curiosidad por saber de ella, tal vez porque el tiempo pasa y las experiencias de vida hacen que analice, imagine y especule lo que ella pudo pensar y sentir. Según mi mamá, le recuerdo a ella; ¿será por el nombre?, ¿realmente los nombres influyen en la personalidad de cada individuo? Imposible saberlo. Sin importar los años que pasen, ella vive en la memoria de sus hijos y nietos. Aunque no la conocimos, está presente, la veo siempre sonriente en una fotografía que guarda mi mamá.

Me ilusiona pensar que ella aprendió a leer en la escuela y que eso le dio las herramientas para conocer el mundo; leía mucho –cuenta mi mamá–, le gustaba escuchar radio y estar informada de lo que sucedía en todo el planeta. Mientras estaba en su casa, mi mamá recuerda que iban cambiando de frecuencia según el uso horario de la emisión de origen. También compartía y conversaba con sus hijos acerca de sucesos sociales que le preocupaban en ese tiempo. Imagino que hoy le gustaría, junto a sus nietos y bisnietos, navegar por internet y conocer todo lo que pasa en el mundo. Puede ser que por esa razón buscó mejores opciones educativas para sus hijos y luchó para que sean mejores. Esa personalidad activa, estricta y exigente es la que recuerdan hoy sus hijos y al hablar de ella hacen que la tenga presente, sin importar que ya no esté físicamente. 

María Guadalupe siempre tenía planes para el futuro. Es así que un día tomó la decisión de cambiar de residencia y dejar sus propiedades para ir a vivir a la ciudad –primero Cochabamba y luego La Paz– para que sus hijos tengan mejores oportunidades. Sospecho que era un plan que tenía mucho tiempo elaborando. Un día anunció que saldrían del pueblo rumbo a Cochabamba, vendieron todo lo posible en ese momento y emprendieron el viaje –como era habitual en las familias tradicionales de ese tiempo–. Al llegar, les esperaba parte de la familia extendida para apoyar el proceso migratorio. Iniciaba una nueva etapa en la vida de ella y de toda su familia, trataba de resguardar el futuro con el mismo cuidado que tuvo desde el principio. En pocas palabras, protegió a su familia y promovió el cambio en sus hijos; se ocupó con empeño para que sus planes se hagan realidad y se instaló en Cochabamba para que sus hijos vayan a la escuela con el plan futuro de continuar estudios superiores que ella no siguió. Anhelaba que sus hijos logren ese objetivo.

Para finalizar este breve ensayo, poder leer escrituras de propiedad antiguas mantienen el recuerdo vivo de la abuela. Conocer su letra, ver cómo era su firma, me permite hoy imaginar cómo era ella y qué diría hoy al ver a sus hijos. ¿Disfrutaría del mundo cómo es hoy? Es posible especular varias respuestas, lo que sí es real es que pensó en sus nietos, preservó sus propiedades para heredar a sus futuras generaciones. En resumen, la palabra escrita permite conocer algo de ella. Si bien vivió en condiciones de privilegio en un tiempo complejo para las mujeres en Bolivia, admiro su decisión y determinación para cambiar el futuro de sus hijos. Murió cuando ellos eran muy jóvenes, pero sigue viva en todo momento, y cada doce de diciembre –el día de su cumpleaños– las flores que más le gustaban me acompañan a recordarla, aunque nunca la conocí. 

 

Publicado el 22 de noviembre de 2024

 

[1] Ensayo final para la materia “Lenguaje y Redacción Básica”, Carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés, gestión 2024-1.

[2] Estudiante de la carrera de Sociología, de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia. E-mail:  mariavitaliana13@gmail.com

[3] Acasio, municipio localizado en la provincia Bernardino Bilbao del departamento de Potosí.

[4] Antigua estación de tren de la ruta La Paz-Oruro-Cochabamba, ubicada en el pueblo Higuerani, del departamento de Cochabamba.